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January 29, 2010

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Yoko Tsuno, tomos veintitrés, veinticuatro y la novela del origen de Yoko. La pagoda de las brumas, el séptimo código y la espuma del alba.

Yoko Tsuno, tomo veintitrés. La pagoda de las brumas (La pagode des brumes, 2001). Viajes por el tiempo cinco y Lejano Oriente siete.

Este álbum es la continuación del anterior tomo, el Junco Celeste, pero que desmerece en calidad al anterior. Aún así, algunas de las viñetas del dragón son maravillosas. Cosas que tiene el dibujo de Leloup, que hasta lo más disparatado tiene un aspecto realista y nos lo ofrece de tal manera que sería imposible dudar de su veracidad y de lo plausible que puede llegar a ser.

Agotada la línea argumental de Vinéa, Leloup parece darle cada vez más peso a los viajes en el tiempo. Especialmente a China. Como ya dije en la entrada de la semana pasada, había tanta historia y tantas posibilidades que se podían seguir, que Leloup debió optar por no desaprovecharlas. Lástima que no esté a la altura del anterior álbum.

La historia parte de dos caprichos encontrados en un único objetivo que va a ser volver al Siglo XI, más concretamente al año 1021. Y esos dos caprichos son variados, pero se enlazan con total sencillez. La pequeña emperatriz rescatada, Sin-Yi, está pasando mal la transición a su nueva vida en el presente. Por eso, en sueños, echa de menos a su sirviente, a una músico de palacio llamada Mei-Li. Grita su nombre y todos piensan que sería mejor traerla también al presente, para que cuide de la niña.


Pero Yoko tiene curiosidad por otra cosa: la Pagoda de las brumas, una construcción que, según los cuentos que le habían contado de niña, Yoko sabe está vigilada por un dragón.

Así que Yoko viaja con sus amigas (esta vez los chicos fuera), incluidas las niñas para recoger a la músico con la ayuda de la máquina del tiempo de Monya. Cuando llegan allí, el reencuentro es emotivo, pero pronto desaparecen las intérpretes. Y es en la pagoda donde parece que las podrán encontrar. ¿Otra vez sacrificios?

Allí viajan nuestras amigas. La pagoda, un monasterio, es un edificio imponente edificado sobre un peñasco y que está siendo visitada por unos representantes del emperador, liderados por el Especialista en Botánica de la corte. Pero este hombre tiene un plan oculto: capturar al dragón.

Es en este momento donde conocemos a la compañera de la aventura que va a tener Yoko: Liao. Esta muchaca y Yu, un chico que la acompaña, están marcados por un desconocido dragón. La chica tiene un aparato en el pecho que funciona como motor de su corazón. En un momento de debilidad, Yoko necesita reactivarlo bajo una fuente de energía desconocida.


De ahí a conseguir una “pila” que puede reactivar también al dragón. Buscando por los alrededores dan con un sorprendente engendro mecánico de dos cabezas (no, no es el Doublas M2). El enfrentamiento acaba con el destacamento de miembros de la corte y Yoko consigue que el dragón permita vivir a Liao gracias a una esfera incandescente que le dará energía de por vida. Es entonces cuando el dragón desaparece para siempre.

Sin duda el dragón no es de esa época, pero no he conseguido desentrañar el misterio. He leído el final varias veces esta noche, pero ni Yoko ni Monya, que parecen saber algo, son capaces de dejar la cosa clara. En fin, dejémoslo como un elemento fantástico para no estropear la leyenda.

Yoko Tsuno, tomo veintiuno. El séptimo código (Le Septième Code, 2005). Aventuras terrestres cinco.

La última aventura (por el momento, porque hay una que podría publicarse este mismo año) transcurre en el Amazonas. Y Yoko comparte protagonismo con una niña de catorce años llamada Emilia.

La aventura comienza cuando el trío del misterio se dirige a un encuentro con un magnate, el señor Krüger que les ofrece sacar de un submarino hundido un tesoro. A la salida, toda la expedición ha desaparecido. Aquí comienza la aventura, que estrechará la amistad entre las dos jóvenes y que les llevará a una lanzadera de cohetes espaciales con astronautas en hibernación. Realmente todo esto queda eclipsado por la presentación de un nuevo personaje. No sé si la veremos en otros números.


Una última cosa referente a este álbum. Creo que es fundamental la visita al dossier http://www.yokotsuno.com/fr/dossiers.html# de esta aventura para saber más. Y es un sitio verdaderamente bonito y espectacular. Una visita recomendada.


Yoko Tsuno, tomo no inluido en la colección. La espuma del alba (L'écume de l'aube, 1991). Lejano Oriente ¿cero?

Opto por una traducción literal no poética del título del libro (porque se trata de un libro y no de un cómic). Dicho título hace referencia a la espuma y los desechos que trae el mar con la marea, especialmente por la mañana. Escoria es muy duro como término, pero creo que se le ajustaría si no fuese por que hace referencia a una perla transparente como una pecera, algo que se asemejaría más a una pompa de jabón o a la misma espuma de las olas rompiendo en la playa.

Pero es también la otra acepción, la de escoria, la que de una manera amarga tiene mucho que ver con la moraleja final de esta novela. Lo explico a continuación.


Ya conocimos parte de la información referente a la juventud y la infancia de Yoko en el tomo nueve, La Hija del Viento. Aquí Leloup desarrolla en prosa dichas aventuras y nos presenta qué fue lo que motivó a Yoko acudir a Francia como especialista en electrónica, situación que dio comienzo a las aventuras del formato BD.

Yoko, que tiene dieciséis años, vive con sus padres en la isla japonesa del Sueño (una localización figurada). A parte de sus padres, también conocemos la vida con Aoki, el kamikaze de La Hija del Viento, a Akina, una muchacha vecina y a su primer amor platónico, Shinji.


Yoko mantiene su aprendizaje de armas tradicionales japonesas, incluido el arco y de artes marciales con Aoki y la personalidad de la muchacha va a templarse con su abuelo, capaz de arruinar su familia por un sueño.


Pero es una fábula con moraleja la que nos ofrece Leloup. El abuelo de Yoko, Onoué, es un japonés que se casó con una mujer de origen chino (de ahí que Yoko buscase siempre sus raíces no sólo en Japón sino en el sur de China). Por una búsqueda de un tesoro, un perla transparente, sus hijos quedaron siempre al cargo de la madre, por lo que el padre de Yoko, Seiki, tiene mucho resentimiento.


Yoko quiere comprender la importancia de ese tesoro, por lo que se hace muy aplicada, abandona a su familia (al estilo de lo que haría su abuelo) y se dirige a Hong Kong, donde termina por verla y darse cuenta de que es un simple objeto, muy bello, muy espectacular, pero no más que otras muchas cosas en el mundo. La muchacha, no decepcionada, porque ha comprendido la lección, comienza su periplo por Europa. Adivinad en qué país, jeje.

Leyendo esta novela, que se hace un pelín pesada, pero no en exceso, ya que no pierde el ritmo trepidante del cualquier otro número en formato viñetas uno se reconcilia con la extraña aparición de la ciudad de Hong Kong en La Hija del Viento, cosa que casi sobraría. Ahora tiene más sentido.

Para más información, os invito a visitar la página de Kaximpo y la página oficial.
Y para terminar, un último enlace a una página especialdedicada por la editorial Dupuis a Yoko Tsuno.

Cuando salga el tomo veinticinco, El Siervo de Lucifer, y en cuanto me haga con él, lo comentaré para completar la serie dedicada a Yoko. Aunque, bien pensado, puede que aún le quede mucho que decir. Me temo que poco en Vinéa. En fin.

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