Sabía que aún se vendían estas novelas de Marcial Lafuente Estefanía, pero llevaba tiempo sin verlas. Así que cuando me encontré con un kiosco que tenía un buen taco de ellas, decidí adquirir una (sólo un euro con ochenta). Y había muchas, una de cada serie: Horca, Kansas, Jinete, Bronco Oeste, Texas y Cinco Puntas. Así que este verano he vuelto a la infancia, leyendo una de vaqueros.
UN POCO DE HISTORIA.
Marcial Lafuente Estefanía empezó escribiendo en la cárcel (fue combatiente republicano) y a su salida, empezó publicando novelas policiacas y románticas, hasta que la Editorial Bruguera le fichó para hacer “Novelas del Oeste”, tal y como se las conoce ahora. Son novelitas de media cuartilla y noventa y seis páginas de las cuales publicó dos mil seiscientas (más o menos).
Llegó a publicar obras con sus hijos en la última etapa, escribiendo hasta su fallecimiento en 1984. Se sabe que se documentaba con libros de la historia de Estados Unidos, atlas antiguos de ese país y con el listín telefónico de los Estados Unidos para emplear nombres verosímiles.
Su popularidad fue tal que saltó el Atlántico y publicó en casi todos los países de América, incluidos los propios Estados Unidos. Si contamos que empezó en 1943 con las novelas de vaqueros nos salen cuarenta años de producción ininterrumpida. Sólo es comparable a Corín Tellado. Dos de los grandes de nuestra literatura popular.
En Arenas de San Pedro, Ávila, donde vivió muchísimos años, hay una calle con su nombre. Y la he podido ver. Es muy moderna.
CINCO TUMBAS.
El estilo de Marcial Lafuente es directo. No hay posibilidad de perder el tiempo. Los párrafos son breves, intensos. Con el mínimo de descripciones (al menos las que no tengan que ver con lo rudo de los personajes, lo rudo del entorno y lo rudo de las armas). Diálogos, a ser posible sólo entre dos personajes, cosa que evita tener que usar el "dijo Pepito, dijo Juanita". Todo nervioso, rápido y vital.
Moralmente son novelas difíciles de asumir en la actualidad (aunque las películas de acción americanas que se hacen ahora digan lo contrario, porque allí se mata hasta al más pintado). No hay ningún problema en la novela en que uno de los dos protagonistas mate en el primer capítulo a tres personas (a uno le ahorca por cuatrero, a otro lo remata cuando su perro le ha dejado herido de muerte y a un último le mete un tiro certero). Y todo ello porque son los malos y son unos aprovechados.
La acción transcurre en Colorado, cosa que está muy bien conseguida en la novela, donde la nieve y el frío dan el toque agreste del pueblecito. En Denver hay más estaciones de ski que desiertos del Colorado.
Pienso que el lector medio de las novelas de vaqueros era más abierto que el de los lectores de terror o ciencia ficción. Por esa razón, Marcial Lafuente consigue contactar con un estilo tan directo y desprovisto de florituras.
Aún así, no puedo evitar ver muchísimos defectos. Que tenga dos protagonistas o sería problema, sólo que tengo la sensación de que he leído dos relatos unidos sólo a medias.
Una primera historia tiene a un tal Allan como protagonista. Es un cazador que va a la ciudad en cuestión casi por azar y ve que allí hay muchos asuntos turbios y no perdona a nadie porque son unos cobardes. No hay cosa peor que te llamen cobarde. Es tu sentencia de muerte. No sé por qué, pero lo he relacionado con Logan-Wolverine. Por alguna razón lo he visto como a ese personaje pero en alto. En fin.
Lo curioso es que la aventura de este primer personaje deriba a una defensa de los indios que sufren la dura vida en la reserva. De una historia de vaqueros chulos pasamos a una declaración de principios, con militares que defienden a los débiles.
La segunda historia la protagoniza un tal David. Contrasta este personaje con el primero en que es más simpático (aunque se carga a la mitad de los malos de la novela). No coincide físicamente con Allan. Sólo hay una ocurrencia simpática que comparten. Para huir de unos matones, saltan por una misma ventana lateral que da a un callejón.
Bueno, a lo que íbamos. David ha heredado una parcela en la que hay posiblemente oro y los chulos del lugar, con un capataz, un terrateniente, un juez y un sheriff contratado por ellos, tratan de deshacerse de él y quedarse con el terreno.
El final, el capítulo once, es un pequeño ejercicio de Doctor Frankenstein, con fragmentos del final de cada una de las historias. Cuando uno esperaba una conjunción impresionante de elementos, sólo encuentro pegotes. Si no hubiese sido tan divertida la lectura, me hubiera enfadado y mucho. En fin, que creo que no me equivoco si veo que la historia se hizo así, sumando dos, para poder dar con noventa y séis páginas de aventuras.
OTRO POCO DE NOSTALGIA.
Mi abuela devoraba novelas de Corín Tellado, por lo que los bolsilibros han formado parte de mi vida desde muy pequeño. Empecé a leerlos cuando íbamos a la playa y compraba tres novelas por cien pesetas (¿o eran cuatro?). Tardaba poco más de media hora en leérmelas y cuando volvía a casa de las vacaciones, las vendía para cambiarlas por otras o por más cómics. Por eso no las conservo.
Me gustaban mucho las de vaqueros y las de ciencia ficción, pero para mí las mejores eran las de terror. No sé qué tenían, pero estaban muy bien escritas. Además estas últimas están cargadas de erotismo, cosa que les daba un toque transgresor cuando las leía. Pensemos que tenía doce o trece años, cosa que potenciaba ese aspecto.
LA EDICIÓN ACTUAL.
La edición que ahora se puede encontrar en los kioscos no puede ser más curiosa. La novela salió en Diciembre de 2007. El Copyright de esta obra es de 1993, pero la edición lo tiene en 2002. Hay una primera compañía, EDDIEBEST, V.E.L. con el copyright primero y una segunda compañía, la editora actual, BRAINSCO o BRAINSCOMPANY con los derechos universales y en la segunda fecha. Esta última empresa tiene su sede en Florida, Estados Unidos, pero la novela ha salido de la imprenta en Barcelona (y distribuída por Atheneum).
Así que, resumiendo, la novela, creada por un autor español para un público español, tiene una editorial norteamericana (cosa nada rara, por tratarse de novelas de vaqueros) y se hace en Barcelona (tampoco es raro, porque Bruguera las editaba en esa ciudad). Vamos, que la novela ha dado vueltas. Por eso pueden decir que ha sido publicada en Norteamérica e impresa en la Unión Europea. Ahí es nada.
No creo que me quede con la novela. La gracia está en llevarla a una librería de segunda mano (Hipercómic es mi opción) y cambiarla allí, como se hacía antaño, por otro título. Puede que no de vaqueros, sino de Ciencia Ficción (Bruguera de nuevo) o de terror.
UN POCO DE HISTORIA.
Marcial Lafuente Estefanía empezó escribiendo en la cárcel (fue combatiente republicano) y a su salida, empezó publicando novelas policiacas y románticas, hasta que la Editorial Bruguera le fichó para hacer “Novelas del Oeste”, tal y como se las conoce ahora. Son novelitas de media cuartilla y noventa y seis páginas de las cuales publicó dos mil seiscientas (más o menos).
Llegó a publicar obras con sus hijos en la última etapa, escribiendo hasta su fallecimiento en 1984. Se sabe que se documentaba con libros de la historia de Estados Unidos, atlas antiguos de ese país y con el listín telefónico de los Estados Unidos para emplear nombres verosímiles.
Su popularidad fue tal que saltó el Atlántico y publicó en casi todos los países de América, incluidos los propios Estados Unidos. Si contamos que empezó en 1943 con las novelas de vaqueros nos salen cuarenta años de producción ininterrumpida. Sólo es comparable a Corín Tellado. Dos de los grandes de nuestra literatura popular.
En Arenas de San Pedro, Ávila, donde vivió muchísimos años, hay una calle con su nombre. Y la he podido ver. Es muy moderna.
CINCO TUMBAS.
El estilo de Marcial Lafuente es directo. No hay posibilidad de perder el tiempo. Los párrafos son breves, intensos. Con el mínimo de descripciones (al menos las que no tengan que ver con lo rudo de los personajes, lo rudo del entorno y lo rudo de las armas). Diálogos, a ser posible sólo entre dos personajes, cosa que evita tener que usar el "dijo Pepito, dijo Juanita". Todo nervioso, rápido y vital.
Moralmente son novelas difíciles de asumir en la actualidad (aunque las películas de acción americanas que se hacen ahora digan lo contrario, porque allí se mata hasta al más pintado). No hay ningún problema en la novela en que uno de los dos protagonistas mate en el primer capítulo a tres personas (a uno le ahorca por cuatrero, a otro lo remata cuando su perro le ha dejado herido de muerte y a un último le mete un tiro certero). Y todo ello porque son los malos y son unos aprovechados.
La acción transcurre en Colorado, cosa que está muy bien conseguida en la novela, donde la nieve y el frío dan el toque agreste del pueblecito. En Denver hay más estaciones de ski que desiertos del Colorado.
Pienso que el lector medio de las novelas de vaqueros era más abierto que el de los lectores de terror o ciencia ficción. Por esa razón, Marcial Lafuente consigue contactar con un estilo tan directo y desprovisto de florituras.
Aún así, no puedo evitar ver muchísimos defectos. Que tenga dos protagonistas o sería problema, sólo que tengo la sensación de que he leído dos relatos unidos sólo a medias.
Una primera historia tiene a un tal Allan como protagonista. Es un cazador que va a la ciudad en cuestión casi por azar y ve que allí hay muchos asuntos turbios y no perdona a nadie porque son unos cobardes. No hay cosa peor que te llamen cobarde. Es tu sentencia de muerte. No sé por qué, pero lo he relacionado con Logan-Wolverine. Por alguna razón lo he visto como a ese personaje pero en alto. En fin.
Lo curioso es que la aventura de este primer personaje deriba a una defensa de los indios que sufren la dura vida en la reserva. De una historia de vaqueros chulos pasamos a una declaración de principios, con militares que defienden a los débiles.
La segunda historia la protagoniza un tal David. Contrasta este personaje con el primero en que es más simpático (aunque se carga a la mitad de los malos de la novela). No coincide físicamente con Allan. Sólo hay una ocurrencia simpática que comparten. Para huir de unos matones, saltan por una misma ventana lateral que da a un callejón.
Bueno, a lo que íbamos. David ha heredado una parcela en la que hay posiblemente oro y los chulos del lugar, con un capataz, un terrateniente, un juez y un sheriff contratado por ellos, tratan de deshacerse de él y quedarse con el terreno.
El final, el capítulo once, es un pequeño ejercicio de Doctor Frankenstein, con fragmentos del final de cada una de las historias. Cuando uno esperaba una conjunción impresionante de elementos, sólo encuentro pegotes. Si no hubiese sido tan divertida la lectura, me hubiera enfadado y mucho. En fin, que creo que no me equivoco si veo que la historia se hizo así, sumando dos, para poder dar con noventa y séis páginas de aventuras.
OTRO POCO DE NOSTALGIA.
Mi abuela devoraba novelas de Corín Tellado, por lo que los bolsilibros han formado parte de mi vida desde muy pequeño. Empecé a leerlos cuando íbamos a la playa y compraba tres novelas por cien pesetas (¿o eran cuatro?). Tardaba poco más de media hora en leérmelas y cuando volvía a casa de las vacaciones, las vendía para cambiarlas por otras o por más cómics. Por eso no las conservo.
Me gustaban mucho las de vaqueros y las de ciencia ficción, pero para mí las mejores eran las de terror. No sé qué tenían, pero estaban muy bien escritas. Además estas últimas están cargadas de erotismo, cosa que les daba un toque transgresor cuando las leía. Pensemos que tenía doce o trece años, cosa que potenciaba ese aspecto.
LA EDICIÓN ACTUAL.
La edición que ahora se puede encontrar en los kioscos no puede ser más curiosa. La novela salió en Diciembre de 2007. El Copyright de esta obra es de 1993, pero la edición lo tiene en 2002. Hay una primera compañía, EDDIEBEST, V.E.L. con el copyright primero y una segunda compañía, la editora actual, BRAINSCO o BRAINSCOMPANY con los derechos universales y en la segunda fecha. Esta última empresa tiene su sede en Florida, Estados Unidos, pero la novela ha salido de la imprenta en Barcelona (y distribuída por Atheneum).
Así que, resumiendo, la novela, creada por un autor español para un público español, tiene una editorial norteamericana (cosa nada rara, por tratarse de novelas de vaqueros) y se hace en Barcelona (tampoco es raro, porque Bruguera las editaba en esa ciudad). Vamos, que la novela ha dado vueltas. Por eso pueden decir que ha sido publicada en Norteamérica e impresa en la Unión Europea. Ahí es nada.
No creo que me quede con la novela. La gracia está en llevarla a una librería de segunda mano (Hipercómic es mi opción) y cambiarla allí, como se hacía antaño, por otro título. Puede que no de vaqueros, sino de Ciencia Ficción (Bruguera de nuevo) o de terror.
3 comments:
¡Hombre!Alguien tenía que ocuparse por fin de estas novelitas. El 1º de BUP tenía un compañero que estaba enganchado y que ría ser escritor de novelas del oeste. Y efectivemente, la gracia está en ir a cambiarla por otra, como siempre se ha hecho.
A mi me pilló la mili obligatoria y lo único que me acompañaba en esas guardiasy podía disimular en el bolsillo eran las novelitas de Estefanía que proliferaban en el cuartel tanto como el hachis.
Dicen que escritores como M.L.E. y otros eran viejos republicanos represaliados que podían expresar sus ideas inconvenientes para el régimen a través de estas historias. No sé lo que hay de cierto en todo ello.
Es estupenda esa anécdota, Corsario. Me parece estupendo que alguien se plantease ser escritor de novelas populares, sin plantearse ser un genio de la literatura. Muchos músicos he conocido que prefieren escribir sinfonías y discos conceptuales antes que la canción del verano, pero también necesitamos del arte entendido como esparcimiento.
No sé si se ve algo de esa represión que mencionas, Doctor Krapp, pero sin duda Marcial Lafuente debió pasarlas canutas. Y algo se vería en las novelas. Sobretodo lo poquito que consiente que el poderoso abuse del débil y cómo castiga a los que se sobrepasan con el pueblo.
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