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July 26, 2008

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Topolino 1976


Vigésimo segunda historia. “Tunel en el espacio”.
Primera aparición: Mortadelo Especial Ciencia Ficción nº 5. Cuatro páginas.
Si el dibujo de la anterior historia (Niebla mortal) era excepcional, Figueras desarrolla al máximo todo su talento creativo para crear unas páginas sublimes. El dominio de todos los elementos es patente viñeta a viñeta. Se inserta la onomatopeya como elemento gráfico, las naves resaltan sobre el fondo naturista como si siempre hubieran estado ahí y los contrastes entre claroscuros y línea dan un peso a la acción de tal manera que se lee con el ritmo adecuado (vertiginoso, diría yo), destacando la maestría de Figueras para controlar todo de manera que el lector no tenga que sufrir el esfuerzo de seguir una historia que otros hubieran convertido en un voluminoso tomo recopilatorio.
Vayamos a la historia. Topolino es sorprendido por un huracán provocado por el Doctor Siniestro. Nuestro héroe se acerca a la máquina donde se producen los huracanes (que recuerda muchísimo al Sputnik, al ser una bola con antenas). El problema es que se pasan de poner “lámparas” en la máquina y en realidad abren una puerta a la cuarta dimensión. Lo que pasa es que han creado un tunel al siglo XXI (pues ahora no hay naves espaciales sobrevolando las calles ni la gente se viste como Buck Roggers, pero bueno, aún faltaba un cuarto de siglo para el cambio de milenio). Me encanta el comentario de Rogelio, el secuaz del Doctor Siniestro (si no es él me da igual, porque es mi secuaz favorito), en el que dice que han abierto “una ventana a lo ignoto”. (Será por esto por lo que existen los premios Ignotus… lo dudo).
De esa puerta al futuro surge un Zot (espero que no tenga problemas con el personaje de Scott McCloud del mismo nombre) que es una versión con arma de aquel monstruo de Forbidden Planet que sólo era energía y que para verlo había que generar un campo de fuerza extremadamente poderoso.
Para rescatar a Topolino, Colodión pone de nuevo en funcionamiento la máquina, al tiempo que usa el extintor para cargarse a un ser hecho de energía (Topolino vence a los malos de turno con gafas de sol o con pinzas para tender la ropa, ¿por qué no iba a hacer algo similar Colodión?). De la nueva puerta surge el nieto de Colodión montado en una nave espacial muy chula. Todo se resuelve con unos pocos mamporros y Colodión Tercero se queda en la Tierra de 1976. Otro lío temporal creado por Figueras. En fin. La aventura no emplea la parte humorística de Adolfo, pero da igual. Es de lo mejor de Topolino.

Vigésimo tercera historia. “El diablo del desierto”.
Primera aparición: Mortadelo Especial Oeste nº 7. Cuatro páginas.
Seguimos con los Especiales de Mortadelo. Esta vez toca Oeste y vaqueros. El campo ya lo tenemos (la Quebrada del Buitre). Hay que ver cómo lo resuelve Figueras para que no quede ridículo con el personaje. Para esta aventura cuenta con todos los tópicos de los seriales de cine basados en aventuras de vaqueros, citando a Tom Mix, John Fanfayne y Pete Rice. Hay duelos con pistolas y piedras que oportunamente caen sobre la cabeza de los forajidos.
El malo malísimo es Kuhn Zivan, al que veremos de nuevo en otra aventura de este año. Gracias al típico anciano del oeste (dibujado al estilo de los abueletes de Li’l Abner) nos enteramos que está montando el villano una serie de conductos para acabar con los recursos de la zona (mientras los héroes del Oeste se comen las gambas al ajillo que les sirven en las tascas de Almería, en clara referencia al tremendo éxito del Spaghetti Western).
La cosa es fastidiar a todo el mundo, inundando las minas y secando los mares. Y de paso, darle cañita brava a Figueras y a toda la redacción de Mortadelo. Un guiño gracioso para sus compañeros de oficio. Al final Colodión es un héroe valiente y destroza todas las tuberías con un Topo Mecánico (ya vimos ese vehículo que viaja bajo tierra en otra aventura).
No puedo dejar de compartir con vosotros la última intervención de Topolino, nadando con Colodión, en esta aventura: “Primero “Poseidón”, después “el Coloso en llamas” y “Terremoto”, después “Tiburón” y ahora lo más increíble “el Oeste sumergido”. ¡De Khun Zivan todo puede esperarse!”. ¡Toma colección de películas catastrofistas!
Vigésimo cuarta historia. “Bofetones embrujados”.
Primera aparición: Mortadelo Especial Terror nº 8. Cuatro páginas.
¡Lo hemos descubierto! El Doctor X es en realidad Khun Zivan. O al menos se le parece mucho. ¡Qué hallazgo!
Para compensar la ausencia de Adolfo y sus compañeros, el cuerpo de gendarmes protagoniza la primera mitad de la historia. Una extraña y triste melodía, salida de un organillo a manivela hace que unos guantes diabólicos abofeteen a diestro y siniestro a todo aquel que se encuentre en su camino. (Por cierto, la piedra en forma de calavera donde se encuentra Topolino, ¿no os recuerda a la isla de la aventura del Supergrupo de Superlópez?).
Bueno, todo se soluciona con el cambio de melodía. En este caso, la sintonía de “Heidi”, tan popular como serial de dibujos animados en la época en la que esta historieta fue creada. Bueno, no es una de las historias más brillantes de Topolino, pero no está mal.
Vigésimo quinta historia. “El tren fantasma”.
Primera aparición: Mortadelo Gigante nº 7. Cuatro páginas.
Basada en una película, en la que el tren fantasma era un avión, cambiado aquí por un moderno autogiro.
Esta es una de las mejores historietas de Topolino. Genial el dibujo del tren (me encantan los raíles y los tablones, levemente sugeridos). Comienza con un robo de tren. Como vemos a los secuaces del Doctor Siniestro, nos suponemos que algo huele raro en este asunto del tren fantasma. Con una simple luz, los maquinistas creen estar frente a un tren que viene a toda velocidad en dirección contraria a la de su máquina. Lo que roban es ni más ni menos que “pepinita”. ¿Mande? Parece que vale para muchas cosas (incluida la creación, por parte de Aspirino, de carne de langosta artificial, sana y digestiva). El Doctor Siniestro es más pérfido aún; pretende fabricar una superbomba.
La policía se monta en el siguiente convoy, pero el gas soporífero hace su efecto y los tumba. Tampoco se llevan nada los malhechores, porque el tren se ha cargado previamente con arroz. Topolino y Colodión entran en acción y descubren el mini helicóptero, que se precipita contra un contenedor de agua y allí acaban las fechorías del tren fantasma. Recuerda mucho a los seriales en los que aparecían trenes, ya que se emplea el mismo decorado una y otra vez, para economizar y para aprovechar aquello en lo que ya se ha hecho un desembolso considerable.
Vigésimo sexta historia. “Fantasmas en el Cielo”.
Primera aparición: Mortadelo Gigante nº 8. Cuatro páginas.
Un fantasma gigante, tamaño Godzilla asusta a la ciudad. Adolfo le recomienda a Topolino que se “luzca”, es decir; que haga su trabajo (el de Adolfo, claro). Topolino se pone un nuevo Jetpack, invención de Colodión, y con su traje superheroico se avalanza contra el fantasma. En su trayectoria se cruza con unos disparos dirigidos hacia él. Misterio misterioso.
Un segundo vuelo y nos encontramos con dos secuaces de Khun Zivan (parece que el Doctor Siniestro ha sido eclipsado por el nuevo malo, ¡qué pena!) disparando a Topolino y unos altavoces que reproducen la voz del fantasma. Esta vez sí que derriban a Topolino que cae sobre el mar. Casualidades de la vida: ¡un submarino bajo nuestro héroe!
Con una artimaña típica de Topolino (clausurar la trampilla desde la que se lanzan los falsos fantasmas hinchables, otra vez las bolas tipo El Prisionero), se desbarata el plan de aterrorizar a la población. Al final, Topolino sospecha que no será la última vez que se enfrente al maligno villano.
La historia es graciosa, pero sin el gancho de otras anteriores.

Vigésimo séptima historia. “Khun Zivan el Terrible”.
Primera aparición: Mortadelo Gigante nº 9. Cuatro páginas.

Este villano creado por Canellas Casals es adoptado por su nuevo padre. Figueras trata de dotar de un halo de misticismo y poder a su versión del personaje y por ello arranca la historia con una representación de él al estilo de la Esfinge de Gizéh o de las imponentes figuras de Abú Simbel (por cierto, maravilloso videojuego de nuestras micro-consolas de finales de los ochenta, ZX Spectrum, MSX, Amstrad…). Una plaga de cangrejos gigantes (como perritos de grandes, la verdad) ha invadido el campo. Colodión y Adolfo se zafan de algunos que les están atacando. Un plaguicida se encarga de los animales que han salido fuera, pero Topolino sospecha que hay un vivero bajo la superficie. Y buscándolo se topa con Khun Zivan. Topolino aún no sabe quién es el villano y lo confunde con un sicario del Doctor Siniestro (nuestro añorado Doctor Siniestro). La batalla se mantiene por los aires, acabando con los planes del Terrible villano. Topolino es dado por muerto, (“el último héroe”, es llorado por el jefe de policía), pero no es así. En la última viñeta comprobamos que tenemos Topolino (y Khun Zivan) para rato. ¡Bien!
Vigésimo octava historia. “El pirata del Cosmos”.
Primera aparición: Mortadelo Gigante nº 10. Cuatro páginas.

Topolino cambia su indumentaria. Le vemos más veraniego, cosa que ocurrirá en aventuras posteriores. Recuerda un viejo traje para jugar al tenis.
El título es más elocuente de lo que debiera, porque revela la razón última de la historia. Hay frente a la bahía un aparato muy raro. Es como un contenedor con patas y antenas (la pista Cosmos) y la energía se agota y deja de funcionar a su alrededor (pista piratas). Pues bién, comienzan Topolino y Colodión pescando y dando con el misterio, continúan los gendarmes y al final, como siempre, Topolino se carga la máquina y el extraño extraterrestre, que habla el idioma de Gu-Gu (ideado por Vázquez, si no recuerdo mal), tiene que poner pies en Polvorosa. Por aquello del qué dirán.

Vigésimo novena historia. “La máquina infernal”.
Primera aparición: Mortadelo Gigante nº 13. Cuatro páginas.

En esta aventura se arrojan bolas de nieve, que no ladrillos, pero el efecto es el mismo. Lo siento, maestro Figueras, pero yo sí que veo cierta similitud entre su personaje y Krazy.
Khun Zivan ha creado una máquina de hacer frío, con el fin de fastidiar a la humanidad. Cosas del destino que sus secuaces se dediquen a fastidiar a Topolino y los suyos, tirándoles bolas de nieve y vestidos de muñegotes de nieve. Por esta razón, Topolino se pone tras la pista y da con la máquina. Entre todos la destrozan y Khun Zivan no hace nada por impedirlo.

Trigésima historia. “Drácula y Cia”.
Primera aparición: Mortadelo Especial Vampiros 1976. Cuatro páginas.
Esta es una de mis historias favoritas de Topolino. Es también una de las más atípicas, por no contar con planes del Doctor Siniestro ni de Khun Zivan para hacernos la vida más difícil al común de los mortales (como si no hubiese ya suficientes problemas). Nuestro Último Héroe viaja a Transilvania y Figueras aprovecha para recrear una ambientación al estilo de las viejas y maravillosas películas de la Universal. Colodión es metido con calzador para que no tenga que vivir la aventura Topolino solo y allí nos encontramos con Drácula, Frankenstein, la Momia (la que se supone que daba miedo, no la de ahora), y un caimán-cocodrilo que casi da más miedo que los otros personajes. Drácula no consigue morder a nuestros protagonistas porque se cubren el cuello y las extremidades con piezas de hierro, cosa que acaba con la dentadura del vampiro. Otra solución de coña para los problemas a los que se enfrenta Topolino. Podía haber optado también, pienso yo, por la sopa de ajo, letal para este tipo de vampiros poco informados (si leyesen Vampiro La Mascarada, otro gallo les cantaría).
Por cierto, una última curiosidad. ¿Sabíais que mientras rodaban la película original de Drácula por la noche, por la mañana estaban con una versión en castellano de la misma, aprovechando los mismos decorados? Y, ¿sabéis que las malas lenguas dicen que es mejor esta versión que la de Lugosi? Podéis comprobarlo si adquirís la versión especial de Drácula (esa que viene con una caja verde) en la que podemos ver todas las secuelas de la película original y la versión para el público hispano de Los Ángeles. Además, creo que cuesta poco más de quince euros. Todo un chollo.

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