Tomo cuadragésimo primero. El patio de tu casa es particular.
Primera edición: 2003. Fecha de Jan febrero de 2003. Costaba 2,99€.
Otra vez los viajes en el tiempo por culpa de Escariano. Al Trapone es el malo de la historia. Creo que es la más bonita (aunque la menos llamativa) de todas las que ha hecho Jan, ya que el período de tiempo es muy original, nada tópico, la verdad es que puede que quedo como burro, pero no sé a qué período corresponde la aventura. Por un lado salen Carlistas, por lo que parece la Guerra Carlistas, pero luego sale el ejército mencionando la República (¿la primera? ¿la segunda?). Después, si miro los trajes de la población, me pierdo, porque puede ser cualquier momento entre finales del siglo XIX y principios, pero muy principios de siglo XX. Los trajes de los militares me recuerdan a la época de Alfonso XIII. No sé. Jan tiene la manía de no dar el nombre de los personajes en muchas ocasiones más de una vez por álbum y tampoco se molesta en explicar otras cosas. No importa, seguro que alguno lo sabéis y me dejaréis como el burro que soy.
Jaime se ha perdido el primero y Superlópez se lo encuentra por casualidad, militando con los Regulares. Juntos emprenden la aventura (jo, que cursi me ha quedado) de buscar una salida al patio de Escariano. Me sorprende ver en lo que se ha convertido la empresa de López, justo al principio. Es un edificio monstruoso, aunque el interior sigue siendo el clásico del sitio (treinta años y ninguna reforma, el Jefe es un tacaño).
La casa donde se produce la brecha temporal está justo enfrente de la de Jaime y la curiosidad ha metido al trío protagonista en el lío. Lo cachondo es el motivo del Escariano para crear la máquina dichosa. Si en el presente les encierran, cualquier delito en el pasado no puede ser denunciado. Ingenioso el tío. Luisa permanece secuestrada la mayor parte del álbum y cuando se libera se mete en medio de la Reconquista. Es el único aspecto pintoresco del álbum. La historia sigue una lógica entretenida, aunque previsible. Los compinches de Al Trapone quieren hacer tropelerías, pero son muy vagos y se limitan a extorsionar al personal para que les den de comer gratis. La resolución se lleva a cabo sin imprevistos y Escariano termina en la hoguera por hereje, supongo que en algún momento del siglo XVI. Lo siento, soy muy burro, pero no localizo al personaje del marinero con su remo.
Los degradados de color digital dejan en algún momento qué desear. Sólo me gustan en el caballo de la página treinta y tres. Es lo que tiene la experimentación hasta que da frutos.
Tomo cuadragésimo segundo. Monster Chapapote.
Primera edición: 2004, Jan la terminó en Agosto de 2003. Costaba 3,95€. Un subidón de casi un euro en cosa de un año. Demasiado.
Jan, con la actualidad, se hace eco del desastre del Prestige. El malo es, con todas las letras, Escariano sin ayuda de nadie (bueno, Al Trapone no está lejos). Volvemos un momento a Djebana, el país de los magnates petroleros sin escrúpulos. Superlópez se encuentra con el científico loco por casualidad, por un monstruo de petróleo que ataca a Luisa. A partir de ahí, aventura en el mar y luego en Djebana, donde llega a enfrentarse a una serpiente gigante en un pozo. El guiño a Conan de la página 15 es chulo.
Escariano provoca sin querer un accidente con un petrolero y hay un vertido de crudo que no te menees. El fuel de Escariano está comprimido y se mezcla con un caimán (no esperéis que lo explique porque no me entero ni yo) y le da a la mancha de petróleo por zampar con boca y dientes todo lo que se le ponga por delante.
Hay cantidad de cameos y homenajes. Salen políticos de la época y un Popeye como capitan de barco secuestrado, que a mí me recuerda más a Haddock en El cangrejo de las Pinzas de Oro.La batalla con el monstruo se va de las manos y en un momento nos damos cuenta de que todo ha sido un sueño de Juan. Luisa, Jaime y él están en Galicia limpiando con los voluntarios una playa embadurnada de chapapote. Esperemos que esto no vuelva a ocurrir (Nunca Mais).
Tomo cuarenta y tres. Las montañas voladoras.
Primera edición: 2004. Jan lo acabó en enero de ese año. Mismo precio.
Este álbum es una sorpresa. ¡Vuelve el Gran Tchupón! Y Para montar una buena, de esas que uno no da crédito. Parece ser que hay algo de historia real en la aventura. Un ruso quiso ser rey de Andorra en 1934 y puso patas arriba al País de los Pirineos.
No me esperaba que Jan rescatase al personaje del Señor de los Chupetes, y más aún veintitantos años después.
La representación de Andorra es estupenda y se reconocen muchos lugares turísticos si los habéis visitado con anterioridad. Debería hacerse una agencia de viajes friki que llevase a los aficionados a Superlópez a los lugares donde Jan se documentó para sus historias (Campodrón, Bulgaria, Andorra, Barcelona, el Planeta…bueno aquí se me va la pinza).El ingenio del Gran Tchupón hace que Andorra levante el vuelo como la isla de Laputa en Los Viajes de Gulliver. Superlópez se pone en modo Superman y hace una proeza restituyendo Andorra en su sitio. Me gustó volver a ver el grito de ETEV LA ONREUK. El color mejora, pero sigue siendo un pelín rarillo.
Tomo cuadragésimo cuarto. Tras la persiana.
Primera edición: 2005. Jan lo terminó en julio del año anterior. Mismo precio, aunque no lo pone en la portada.
Refuller d’Abastos entra en una mansión donde unos nazis al servicio del profesor Mengelele (que es más marciano que otra cosa) están preparando un nuevo tipo de hombre del mañana.
Mientras tanto, Chita Cheta entra a su vez en el taller clandestino de su padre. Hay descubrimos la semiesclavitud de sus compatriotas y que existe (al menos en el cómic) la posibilidad de tener un “primo gemelo”. De coña.
Refuller va al banco y Chico le ve. ¡Ah, por cierto! Martha y él son papas de una nena llamada Judit. Muy bien por Jan. Si los personajes duran muchos años, hay que darles una vida.
Superlópez investiga y ve a todos los ciudadanos chinos en las dependencias. La solución es ir a hablar con Hólmez (aunque todos sabemos que eso es lo mismo que hablar con la pared). Ha rescatado a Chai Chen (parece que Chita Cheta coquetea con él).
Cuando la cosa se pone mala, Superlópez desmantela, con ayuda de Hólmez, la fábrica ilegal (de ahí lo de tras la persiana, lo que ocurre tras el cierre de las tiendas) y da para el pelo a los nazis y al extraterrestre. Con este álbum, Jan vuelve a tratar el problema de la inmigración ilegal, esta vez desde el punto de vista de la explotación laboral. Chai Chen no puede recuperar su pasaporte hasta que no haga un trabajo y este trato no parece tener fecha límite. El taller de Chin Cheta es una de tantas factorías de producción de ropa barata (¿quién sabe si no de falsificación?) en las que un montón de personas sufren una privación de libertad con beneficio económico para sus captores. Eso en mi época se llamaba esclavitud.
Primera edición: 2005. Jan lo terminó en julio del año anterior. Mismo precio, aunque no lo pone en la portada.
Refuller d’Abastos entra en una mansión donde unos nazis al servicio del profesor Mengelele (que es más marciano que otra cosa) están preparando un nuevo tipo de hombre del mañana.
Mientras tanto, Chita Cheta entra a su vez en el taller clandestino de su padre. Hay descubrimos la semiesclavitud de sus compatriotas y que existe (al menos en el cómic) la posibilidad de tener un “primo gemelo”. De coña.
Refuller va al banco y Chico le ve. ¡Ah, por cierto! Martha y él son papas de una nena llamada Judit. Muy bien por Jan. Si los personajes duran muchos años, hay que darles una vida.
Superlópez investiga y ve a todos los ciudadanos chinos en las dependencias. La solución es ir a hablar con Hólmez (aunque todos sabemos que eso es lo mismo que hablar con la pared). Ha rescatado a Chai Chen (parece que Chita Cheta coquetea con él).
Cuando la cosa se pone mala, Superlópez desmantela, con ayuda de Hólmez, la fábrica ilegal (de ahí lo de tras la persiana, lo que ocurre tras el cierre de las tiendas) y da para el pelo a los nazis y al extraterrestre. Con este álbum, Jan vuelve a tratar el problema de la inmigración ilegal, esta vez desde el punto de vista de la explotación laboral. Chai Chen no puede recuperar su pasaporte hasta que no haga un trabajo y este trato no parece tener fecha límite. El taller de Chin Cheta es una de tantas factorías de producción de ropa barata (¿quién sabe si no de falsificación?) en las que un montón de personas sufren una privación de libertad con beneficio económico para sus captores. Eso en mi época se llamaba esclavitud.
Tomo cuadragésimo quinto. Gritad, Gritad, malditos…
Primera edición: 2006. Jan lo terminó en enero del año anterior. Aquí se nota la diferencia de fechas de publicación entre la tapa dura y la blanda. Mismo precio.
Homenaje, al menos en el título a Danzad, danzad, malditos. Volvemos a la escena del rock, que no se había tocado desde la Cachabolik. Es un álbum gamberro donde los haya. Son cachondísimos los insultos distorsionados y funcionan muy bien.
¿De qué va? Bueno, de la actualidad musical y de la violencia entre bandas políticamente marcadas. Jaime se ha presentado a OT… quiero decir a Operación Éxito y le han dado naranjas. Un promotor que en realidad es un barman con delirios de grandeza (¿Nadie se ha dado cuenta de que tiene la cabeza de un cerdo, este Pig McSwine?) le contrata para dar conciertos en su local. Lo que Jaime no sabe es que también ha contratado a un punkarra llamado Teravisto para que la líe. Se monta un follón tremendo y salen en la tele, por lo que la promoción del local se hace a escala nacional.
Jaime, pobrecillo, es un ingenuo y le parece estupendo montar un grupo con Teravisto (enternecedor lo del batería duro de oído) y la montan en la tele una vez más. Cuando actúan en el local, un grupo de nazis skines se lían a tortas con el personal. Son otras comparsas de la promoción del grupo de Teravisto, “Karton de lexe”. El éxito se asienta y llegan a la producción de subproductos y marketing exagerado, con todo tipo de merchandising. Superlópez interviene en escena tanto para desmantelar el tinglado como para cantar con Jaime y mandar a hacer puñetas a Teravisto.
Me encantó la visión de los punkis tipo Azagra, aunque sea para ponerles un pelín mal. Pero es que de eso va la provocación. La crítica a las broncas entre ultra izquierdistas y ultra derechistas queda tibia y floja.
Lo curioso del álbum…¿qué demonios de partido estaba viendo Juan en el que es posible una jugada en la que “Zaplana intenta pase de cabeza pero Zapatero dibla y…”?
Cachondo el ver a Juan de garrulo.
Primera edición: 2006. Jan lo terminó en enero del año anterior. Aquí se nota la diferencia de fechas de publicación entre la tapa dura y la blanda. Mismo precio.
Homenaje, al menos en el título a Danzad, danzad, malditos. Volvemos a la escena del rock, que no se había tocado desde la Cachabolik. Es un álbum gamberro donde los haya. Son cachondísimos los insultos distorsionados y funcionan muy bien.
¿De qué va? Bueno, de la actualidad musical y de la violencia entre bandas políticamente marcadas. Jaime se ha presentado a OT… quiero decir a Operación Éxito y le han dado naranjas. Un promotor que en realidad es un barman con delirios de grandeza (¿Nadie se ha dado cuenta de que tiene la cabeza de un cerdo, este Pig McSwine?) le contrata para dar conciertos en su local. Lo que Jaime no sabe es que también ha contratado a un punkarra llamado Teravisto para que la líe. Se monta un follón tremendo y salen en la tele, por lo que la promoción del local se hace a escala nacional.
Jaime, pobrecillo, es un ingenuo y le parece estupendo montar un grupo con Teravisto (enternecedor lo del batería duro de oído) y la montan en la tele una vez más. Cuando actúan en el local, un grupo de nazis skines se lían a tortas con el personal. Son otras comparsas de la promoción del grupo de Teravisto, “Karton de lexe”. El éxito se asienta y llegan a la producción de subproductos y marketing exagerado, con todo tipo de merchandising. Superlópez interviene en escena tanto para desmantelar el tinglado como para cantar con Jaime y mandar a hacer puñetas a Teravisto.
Me encantó la visión de los punkis tipo Azagra, aunque sea para ponerles un pelín mal. Pero es que de eso va la provocación. La crítica a las broncas entre ultra izquierdistas y ultra derechistas queda tibia y floja.
Lo curioso del álbum…¿qué demonios de partido estaba viendo Juan en el que es posible una jugada en la que “Zaplana intenta pase de cabeza pero Zapatero dibla y…”?
Cachondo el ver a Juan de garrulo.
Tomo cuadragésimo sexto. La casa amarilla.
Primera edición: 2005. Julio de 2005 es la fecha de Jan. Ya no viene el precio en la portada. Creo que costaba igual, aunque no lo sé a ciencia cierta. Lo voy a dejar aquí con lo del precio, porque no me acuerdo. Creo que subió en algún momento subió a cuatro euros con veinticinco y hasta cuatro y medio. Creo que el último lo llegué a comprar a casi cinco euros, aunque con el descuento siempre es algo menos.
Este es uno de mis álbumes favoritos, aunque el color y el exceso de imágenes cortapegadas dejan la calidad del trabajo gráfico por debajo de lo que en realidad las tintas demuestran. Pero no está mal la portada ni en el color ni en el dibujo.
Escariano por fin da con la solución para sus viajes en el tiempo con el fin de robar algo muy lucrativo. ¡Robar obras de pintores cuyos cuadros cuestan una pasta!
Otra vez, el viaje en el tiempo en Superlópez, pero también otra vez a un período interesante. Sin lugar a dudas muy divulgativo.
Vayamos a la historia. Este álbum es la continuación , que no segunda parte de El Patio de Tu Casa es Particular. Habíamos dejado a Escariano a punto de ser ajusticiado por la inquisición. Jaime está adecentando la que es ya su casa y tapia la zona del patio donde se encuentra la brecha temporal. Juan se da cuenta de que aún está ahí y que hay que atrapar a Escariano para que la elimine.
La entrada de la brecha le lleva a Arles (aunque no lo menciona Jan, creo), en el siglo XIX cuando Van Gogh trató de crear una comuna de pintores. En su momento hice un trabajo sobre este asunto para la carrera, por lo que me gustó especialmente la elección de tema que hizo Jan. Escariano, que se ha librado del achicharramiento gracias a ir dando saltitos (literalmente) en el tiempo y también se encuentra allí. Pretende hacerse con un cuadro de Van Gogh y hacerse rico (bueno, la idea es dejarle sin ninguno, pero la lógica le dice que no puede llevarse tantos).
Superlópez y Escariano terminan siendo las alucinaciones de Van Gogh y Gauguin, el único pintor que responde a la llamada de Van Gogh, se harta y se va. El accidente de la oreja del pintor está contado con gracia. Las peripecias de las dos parejas protagonistas se desarrollan basadas en la historia real de los dos pintores e insertando las de los dos personajes. Superlópez deja que Escariano coja un cuadro, sabiendo que si no está catalogado, nadie creerá en su autenticidad. Es tan buena la historia como la del Patio…
Creo que este álbum, aún siendo inferior, se puede encuadrar en los volúmenes de Superlópez que reflejan al Jan viajero. Está tan documentado en cuanto a las localizaciones como aquel. Le pasa lo mismo que a El Patio… ya que no sólo se basa en las localizaciones y en la historia real, sino que también viste a los personajes con los trajes típicos de la época. Si lees con detalle la historia, se disfruta mucho de tanto detalle.
Primera edición: 2005. Julio de 2005 es la fecha de Jan. Ya no viene el precio en la portada. Creo que costaba igual, aunque no lo sé a ciencia cierta. Lo voy a dejar aquí con lo del precio, porque no me acuerdo. Creo que subió en algún momento subió a cuatro euros con veinticinco y hasta cuatro y medio. Creo que el último lo llegué a comprar a casi cinco euros, aunque con el descuento siempre es algo menos.
Este es uno de mis álbumes favoritos, aunque el color y el exceso de imágenes cortapegadas dejan la calidad del trabajo gráfico por debajo de lo que en realidad las tintas demuestran. Pero no está mal la portada ni en el color ni en el dibujo.
Escariano por fin da con la solución para sus viajes en el tiempo con el fin de robar algo muy lucrativo. ¡Robar obras de pintores cuyos cuadros cuestan una pasta!
Otra vez, el viaje en el tiempo en Superlópez, pero también otra vez a un período interesante. Sin lugar a dudas muy divulgativo.
Vayamos a la historia. Este álbum es la continuación , que no segunda parte de El Patio de Tu Casa es Particular. Habíamos dejado a Escariano a punto de ser ajusticiado por la inquisición. Jaime está adecentando la que es ya su casa y tapia la zona del patio donde se encuentra la brecha temporal. Juan se da cuenta de que aún está ahí y que hay que atrapar a Escariano para que la elimine.
La entrada de la brecha le lleva a Arles (aunque no lo menciona Jan, creo), en el siglo XIX cuando Van Gogh trató de crear una comuna de pintores. En su momento hice un trabajo sobre este asunto para la carrera, por lo que me gustó especialmente la elección de tema que hizo Jan. Escariano, que se ha librado del achicharramiento gracias a ir dando saltitos (literalmente) en el tiempo y también se encuentra allí. Pretende hacerse con un cuadro de Van Gogh y hacerse rico (bueno, la idea es dejarle sin ninguno, pero la lógica le dice que no puede llevarse tantos).
Superlópez y Escariano terminan siendo las alucinaciones de Van Gogh y Gauguin, el único pintor que responde a la llamada de Van Gogh, se harta y se va. El accidente de la oreja del pintor está contado con gracia. Las peripecias de las dos parejas protagonistas se desarrollan basadas en la historia real de los dos pintores e insertando las de los dos personajes. Superlópez deja que Escariano coja un cuadro, sabiendo que si no está catalogado, nadie creerá en su autenticidad. Es tan buena la historia como la del Patio…
Creo que este álbum, aún siendo inferior, se puede encuadrar en los volúmenes de Superlópez que reflejan al Jan viajero. Está tan documentado en cuanto a las localizaciones como aquel. Le pasa lo mismo que a El Patio… ya que no sólo se basa en las localizaciones y en la historia real, sino que también viste a los personajes con los trajes típicos de la época. Si lees con detalle la historia, se disfruta mucho de tanto detalle.
Tomo cuadragésimo séptimo. La feria de la muerte.
Primera edición: 2006. Jan la terminó en febrero de ese año.
Este álbum es un pelín chorra. Muchos temas tratados a la vez hacen que al final queden bocetados con ligereza. Una raza extraterrestre, bastante aburrida, por cierto, decide invadir la Tierra. Nada mejor que hacer en su deambular por el espacio. Está contado a base de episodios, lo que demuestra cierto descuido a la hora de plantearlo. Ya no hay necesidad de secuenciarlo en revistas semanales o mensuales, por lo que los capítulos con final blando (es decir, que continuarán) no parecen necesarios.
¿De qué trata? Pues del mercado de armas y de lo poco que importa ningún ser humano cuando hay un negocio tan redondo. Los alienígenas (¡vuelve a salir el General Sintacha!) invaden la Tierra con máquinas de guerra que no son resistentes al calor que hace por aquí (un poquito del tema del cambio climático) y se ponen manos a la obra para adquirir armas aquí, en la Tierra. Todos sabemos que los tipejos sin escrúpulos que se dedican a lucrarse a costa de la guerra venderían a su madre con tal de ganar pasta gansa. Y eso es lo que ocurre.
Cuando los extraterrestres se han hecho con todo el material necesario, emprenden una nueva invasión que Jan resuelve de manera cutrilla. Coge el final de la Guerra de los Mundos de H. G. Wells y le da la vuelta con la gripe aviar y tal. Lo que más me impresionó de este álbum que en mi opinión es para el olvido, es el final. Todo está en ruinas y la gente trata de rehacer sus vidas entre los escombros. Jan se inventa una parejita para esta historia, Tana y Tono que quieren independizarse y montar una familia. Los emplea como paradigma de lo que son los jóvenes de ahora. Al final, en una Barcelona post-apocalíptica, todos se unen para demandar mayor justicia social. Es la primera vez que me gusta el añadido de cosas tipo Photoshop en una viñeta. Me refiero a la sensación de azulejos en la barra del bar de la última hoja. Soberbio.
Primera edición: 2006. Jan la terminó en febrero de ese año.
Este álbum es un pelín chorra. Muchos temas tratados a la vez hacen que al final queden bocetados con ligereza. Una raza extraterrestre, bastante aburrida, por cierto, decide invadir la Tierra. Nada mejor que hacer en su deambular por el espacio. Está contado a base de episodios, lo que demuestra cierto descuido a la hora de plantearlo. Ya no hay necesidad de secuenciarlo en revistas semanales o mensuales, por lo que los capítulos con final blando (es decir, que continuarán) no parecen necesarios.
¿De qué trata? Pues del mercado de armas y de lo poco que importa ningún ser humano cuando hay un negocio tan redondo. Los alienígenas (¡vuelve a salir el General Sintacha!) invaden la Tierra con máquinas de guerra que no son resistentes al calor que hace por aquí (un poquito del tema del cambio climático) y se ponen manos a la obra para adquirir armas aquí, en la Tierra. Todos sabemos que los tipejos sin escrúpulos que se dedican a lucrarse a costa de la guerra venderían a su madre con tal de ganar pasta gansa. Y eso es lo que ocurre.
Cuando los extraterrestres se han hecho con todo el material necesario, emprenden una nueva invasión que Jan resuelve de manera cutrilla. Coge el final de la Guerra de los Mundos de H. G. Wells y le da la vuelta con la gripe aviar y tal. Lo que más me impresionó de este álbum que en mi opinión es para el olvido, es el final. Todo está en ruinas y la gente trata de rehacer sus vidas entre los escombros. Jan se inventa una parejita para esta historia, Tana y Tono que quieren independizarse y montar una familia. Los emplea como paradigma de lo que son los jóvenes de ahora. Al final, en una Barcelona post-apocalíptica, todos se unen para demandar mayor justicia social. Es la primera vez que me gusta el añadido de cosas tipo Photoshop en una viñeta. Me refiero a la sensación de azulejos en la barra del bar de la última hoja. Soberbio.
Tomo cuadragésimo octavo. Politono Hamelín.
Primera edición: 2007. Terminado en septiembre del año anterior.
Volvemos a la historia del flautista de Hamelín (¿recordáis el tomo diecinueve, la historia que acompañaba a Hotel Pánico?). Esta vez está tratada con mayor profundidad, aún cuando los malos no estén de manera presencial en el crimen. Lady Araña ha montado una floristería, como había avisado al final de su trilogía, y con ella convive Nasty, que resulta que es su hijo. Nasty requiere de la ayuda de Escariano para montar un dispositivo con el que hacer que la gente se enganche al móvil y quede secuestrada como los niños o los ratones del Flautista de Hamelín. Para hacerlo, Nasty se ha documentado en el manuscrito original del flautista y ha diseñado un megaordenador en el que llevar a cabo su plan. Al final todo el mundo queda enganchado el móvil menos los abueletes y la gente sin recurso, que toman la ciudad para vivir una vida más tranquila. Envidiable.
Los secundarios protagonistas con Chico y Martha, con una Judit bien crecidita. Muy graciosa la broma de Superlópez entrando en su casa, rompiendo los cristales de la ventana y con unas bermudas horribles.
Lady Araña se lleva a su fiel Tiburón (aunque ayudó a su hijo, no es culpable de nada, realmente) y promete crear una mercería. Esperemos que lo haga y que la líe otra vez.
Por cierto, la cita de la entrada merece ser rescatada. Jan dice que es de su abuela: “al principio prestamos poca atención a los cuentos, por eso hay que repetirlos una y otra vez… ¡para que se enteren!
Primera edición: 2007. Terminado en septiembre del año anterior.
Volvemos a la historia del flautista de Hamelín (¿recordáis el tomo diecinueve, la historia que acompañaba a Hotel Pánico?). Esta vez está tratada con mayor profundidad, aún cuando los malos no estén de manera presencial en el crimen. Lady Araña ha montado una floristería, como había avisado al final de su trilogía, y con ella convive Nasty, que resulta que es su hijo. Nasty requiere de la ayuda de Escariano para montar un dispositivo con el que hacer que la gente se enganche al móvil y quede secuestrada como los niños o los ratones del Flautista de Hamelín. Para hacerlo, Nasty se ha documentado en el manuscrito original del flautista y ha diseñado un megaordenador en el que llevar a cabo su plan. Al final todo el mundo queda enganchado el móvil menos los abueletes y la gente sin recurso, que toman la ciudad para vivir una vida más tranquila. Envidiable.
Los secundarios protagonistas con Chico y Martha, con una Judit bien crecidita. Muy graciosa la broma de Superlópez entrando en su casa, rompiendo los cristales de la ventana y con unas bermudas horribles.
Lady Araña se lleva a su fiel Tiburón (aunque ayudó a su hijo, no es culpable de nada, realmente) y promete crear una mercería. Esperemos que lo haga y que la líe otra vez.
Por cierto, la cita de la entrada merece ser rescatada. Jan dice que es de su abuela: “al principio prestamos poca atención a los cuentos, por eso hay que repetirlos una y otra vez… ¡para que se enteren!
Tomo cuadragésimo noveno. Hipotecarión.
Primera edición: 2007. No hay fecha de Jan.
¿Os habéis fijado que cada vez que dibuja Jan el edificio de Llauna S.A., la empresa donde trabajan Luisa, Jaime y Juan, lo hace de manera distinta? Creo que es una broma recurrente que lleva haciendo muchos años.
Jan trata un tema de actualidad con mayor éxito que en la Feria de la Muerte. Esta vez es la burbuja (¡y tanto!) inmobiliaria. A todos los empleados de Llauna, el Jefe les ha subido el sueldo y Luisa, muy espabilada, decide comprar un piso con Juan. ¿Por fin se van a vivir juntos? Nada de eso. Más quisiera. Sólo es la excusa para contar cómo eran las cosas con la especulación urbanística, los pisos de cuatro metros cuadrados a precio de palacio y todo el meollo económico que conllevó (y conlleva) tanto mamoneo. Todo se exagera, pero no tanto, porque las cosas estaban tan mal como Jan lo cuenta. Aún sigue la cosa parecida, pero no tanto (alguno me dirá que no, pero sólo es cuestión de tiempo que todo aquello quede en el pasado y las compra de pisos sea algo menos loco). Jan opta por la metáfora científico fantástica. Juan se duerme y despierta en una Barcelona futura en la que no queda sitio para ninguna constructora. A modo de parodia, podemos ver la tontería que se traen las empresas constructoras para hacer que algo que es un bien común y fundamental, tal y como reconoce nuestra Constitución, se convierte en moneda de cambio de las gentes sin escrúpulos. No son tan malos como los traficantes de drogas o de armas, pero no son santitos.
El superedificio que plantean hacer llega tan alto que un operario revienta sin querer la burbuja. Cachonda la cosa. Y Superlópez se despierta.
El álbum no está mal, incluso diría que es de los currados y buenos, pero me resultó un poco pesado y no muy agradable. Puede que este Superlópez aislado de todos los elementos que le caracterizan, queda desdibujado y un tanto descafeinado. Por otro lado, los colores son un asquito. Todo es gris, como no podría ser menos con tanto hormigón y cemento, pero cansa a la vista. Aún así, creo que no es un álbum fallido.
Primera edición: 2007. No hay fecha de Jan.
¿Os habéis fijado que cada vez que dibuja Jan el edificio de Llauna S.A., la empresa donde trabajan Luisa, Jaime y Juan, lo hace de manera distinta? Creo que es una broma recurrente que lleva haciendo muchos años.
Jan trata un tema de actualidad con mayor éxito que en la Feria de la Muerte. Esta vez es la burbuja (¡y tanto!) inmobiliaria. A todos los empleados de Llauna, el Jefe les ha subido el sueldo y Luisa, muy espabilada, decide comprar un piso con Juan. ¿Por fin se van a vivir juntos? Nada de eso. Más quisiera. Sólo es la excusa para contar cómo eran las cosas con la especulación urbanística, los pisos de cuatro metros cuadrados a precio de palacio y todo el meollo económico que conllevó (y conlleva) tanto mamoneo. Todo se exagera, pero no tanto, porque las cosas estaban tan mal como Jan lo cuenta. Aún sigue la cosa parecida, pero no tanto (alguno me dirá que no, pero sólo es cuestión de tiempo que todo aquello quede en el pasado y las compra de pisos sea algo menos loco). Jan opta por la metáfora científico fantástica. Juan se duerme y despierta en una Barcelona futura en la que no queda sitio para ninguna constructora. A modo de parodia, podemos ver la tontería que se traen las empresas constructoras para hacer que algo que es un bien común y fundamental, tal y como reconoce nuestra Constitución, se convierte en moneda de cambio de las gentes sin escrúpulos. No son tan malos como los traficantes de drogas o de armas, pero no son santitos.
El superedificio que plantean hacer llega tan alto que un operario revienta sin querer la burbuja. Cachonda la cosa. Y Superlópez se despierta.
El álbum no está mal, incluso diría que es de los currados y buenos, pero me resultó un poco pesado y no muy agradable. Puede que este Superlópez aislado de todos los elementos que le caracterizan, queda desdibujado y un tanto descafeinado. Por otro lado, los colores son un asquito. Todo es gris, como no podría ser menos con tanto hormigón y cemento, pero cansa a la vista. Aún así, creo que no es un álbum fallido.
Tomo quincuagésimo. Iba caminando…
Primera edición: 2008. Jan lo terminó en junio del año anterior.
Bueno, ya hemos llegado al final de estos artículos dedicados a los treinta y cinco años de Superlópez. Cuando pueda, escribo sobre el siguiente.
Siempre digo que Jan no avanza la historia de los personajes de la serie, pero esta vez hace un poco de referencia a los achaques de la edad. Sea por la hipertensión o por los rayos que echa por los ojos, Jaime tiene que ir al médico para ver qué le pasa (Luisa manda, aunque ya hemos visto que no ha convencido a Juan para que vivan juntos). Para mejorar la salud, Luisa le propone que hagan ejercicio por la mañana, antes de ir a trabajar, que es bueno para la salud.
Mientras todo esto sucede, Al Trapone, con Carasucia y Carapincho, urden un plan para desvalijar una joyería. Realizarán un alunizaje, pero necesitan a un chofer. Aquí aparece un pobre toxicómano que termina haciendo buenas migas con un viejo vagabundo alcohólico. Está claro que para Jan son víctimas de las drogas (legales o no) y que los malos son otros, los que se enriquecen con el negocio.
Volviendo a la joyería, Jan completa la denuncia social colocando una tienda de esas que tienen de todo aunque oficialmente sean frutos secos. Allí vive una familia con un malo malísimo e impresentable. Un padre de familia que pega a su mujer y a su hijo y que en la trastienda tiene un minilaboratorio para cortar la coca. Menudo filón. Es más malo que la Chaning. La historia se cierra con esto elementos. Juan y Luisa dan con los personajes por su footing diario, el chofer toxicómano necesita la droga que le suministra el camello de los frutos secos y Al Trapone falla otra vez, porque el coche (un eléctrico de Luisa, no era un Smart como creía) se empotra en la tienda de frutos secos, con lo que la policía (Hólmez hace por fin algo bien) desmantela el laboratorio y mete en la cárcel al maltratador.
La última página la reserva Jan para dejar ver Luisa y a Juan celebrando sus treinta y cinco años en las páginas de la mejor serie de cómic (llámalo tebeo o historieta) que ha dado este país. ¡Felicidades a todos!
Primera edición: 2008. Jan lo terminó en junio del año anterior.
Bueno, ya hemos llegado al final de estos artículos dedicados a los treinta y cinco años de Superlópez. Cuando pueda, escribo sobre el siguiente.
Siempre digo que Jan no avanza la historia de los personajes de la serie, pero esta vez hace un poco de referencia a los achaques de la edad. Sea por la hipertensión o por los rayos que echa por los ojos, Jaime tiene que ir al médico para ver qué le pasa (Luisa manda, aunque ya hemos visto que no ha convencido a Juan para que vivan juntos). Para mejorar la salud, Luisa le propone que hagan ejercicio por la mañana, antes de ir a trabajar, que es bueno para la salud.
Mientras todo esto sucede, Al Trapone, con Carasucia y Carapincho, urden un plan para desvalijar una joyería. Realizarán un alunizaje, pero necesitan a un chofer. Aquí aparece un pobre toxicómano que termina haciendo buenas migas con un viejo vagabundo alcohólico. Está claro que para Jan son víctimas de las drogas (legales o no) y que los malos son otros, los que se enriquecen con el negocio.
Volviendo a la joyería, Jan completa la denuncia social colocando una tienda de esas que tienen de todo aunque oficialmente sean frutos secos. Allí vive una familia con un malo malísimo e impresentable. Un padre de familia que pega a su mujer y a su hijo y que en la trastienda tiene un minilaboratorio para cortar la coca. Menudo filón. Es más malo que la Chaning. La historia se cierra con esto elementos. Juan y Luisa dan con los personajes por su footing diario, el chofer toxicómano necesita la droga que le suministra el camello de los frutos secos y Al Trapone falla otra vez, porque el coche (un eléctrico de Luisa, no era un Smart como creía) se empotra en la tienda de frutos secos, con lo que la policía (Hólmez hace por fin algo bien) desmantela el laboratorio y mete en la cárcel al maltratador.
La última página la reserva Jan para dejar ver Luisa y a Juan celebrando sus treinta y cinco años en las páginas de la mejor serie de cómic (llámalo tebeo o historieta) que ha dado este país. ¡Felicidades a todos!
2 comments:
Según voy leyendo, voy escribiendo, que si no, se me olvida lo que quería decir de cada uno.
41: con lo de la República ya se reducen los años. I República 1873-74, II República 1931-39. Parece más el Siglo XIX que el XX pero es verdad que en un entorno rural no es tan fácil decirlo... La alusión al General Prim (muerto en 1870) da también pistas.
El personaje del marinero y el remo hace alusión a una leyenda recogida por Jacinto Verdaguer:
http://www.xtec.cat/~evicioso/ripolles/mariner.htm
Yo tampoco la conocía antes de leer el álbum. Fue después cuando me puse a buscar lo de "Qué es això?"
"Debería hacerse una agencia de viajes friki que llevase a los aficionados a Superlópez a los lugares donde Jan se documentó para sus historias (Campodrón, Bulgaria, Andorra, Barcelona, el Planeta…bueno aquí se me va la pinza)."
Eso lo había pensado yo también, pero no sé si iba a dar dinero... XD En todo caso, la I Convención de Aficionados a Superlópez debería realizarse en alguno de esos sitios.
45: Sólo los lectores nos damos cuenta de la cabeza de cerdo pero tampoco parece chocarnos mucho... :P
Sobre el 47, no estoy de acuerdo. A mí sí me parece bastante bueno y destacable. Me gustan los extraterrestres como excusa de la fabricación de armas pero la realidad es mucho peor: las usamos entre nosotros mismos. Es una buena metáfora de que la industria armamentística se vuelve contra el propio ser humano. Por otro lado también me gusta que el mensaje no sea tan directo como "las armas son malas y hay que desmantelar las fábricas" pues al fin y al cabo la gente trabaja en ello sin admitir su grado de responsabilidad en el asunto (no están haciendo "chuches"). Y esas fábricas también están contribuyendo a la PIB de muchos países y no podrían desaparecer por las buenas. Es bastante ambiguo y se presta a varias interpretaciones pero creo que sale ganando la antibelicista.
48: ¿y quién será el padre? ¿Refuller? ¿El propio Superlópez? :P Lo de que la niña de Chico y Martha (Judit) vaya creciendo me gusta, da sensación de que el tiempo pasa también dentro de los tebeos.
Sobre el edificio de Llauna Films, alguien del foro tiene la teoría que hay dos JANes y en función de cuál sea el edificio, la historieta será buena o mala. :P
49: en general a la gente no le gusta. A mí sí aunque la "pasividad" de Superlópez como mero espectador es excesiva. El mensaje yacente contra la especulación inmobiliaria es claro pero SL no se manifiesta a favor de un bando o de otro, parece que le deja libertad al lector para pensar de qué lado ponerse.
50: considerándolo como álbum de celebración (que llegó un poco antes, debía de haber sido este año) de 35 años defrauda un poco pero la historia (basada más en la amistad y "rehabilitación" del drogadicto y el vagabundo alchólico) no está mal, aunque no me entró a la primera.
¿...y se terminó? Enhorabuena por todo el repaso. Espero que la entrada para El Templo Perdido no tarde. ;)
Un saludo.
Gracias, Kaximpo, por escribir tan asiduamente.
La época de El Patio... me resultó difícil. Jan deja estas cosas a medias y no debiera. Te agradezco el enlace. Ya me he enterado, no es remo sino cuchara (tantos años yendo a Cullera y aún no me había enterado del término).
Lo de la convención de aficionados, tendría mucho sentido, pero será costosa y difícil de organizar. Es algo muy especializado, incluso dentro del mundillo del cómic. No olvidemos que para muchos Superlópez no pasa de los nueve primeros números, como tú mismo dijiste.
Parece que te gusta la tesis de que Lady Araña está colada por Superlópez y que incluso pudira ser el padre de Nasty. Curiosa idea. No creo que sea lo que piense Jan, pero es curiosa.
El álbum cincuenta me gustó. No sé que tiene, pero le vi la gracia desde el principio. Me resultó muy cercano. No parece que sea el que se merece el número cincuenta ni el que festeje el treinta y cinco aniversario. Si no fuese por esta cosa secundaria, no lo veríais tan mal.
Mañana voy a publicar una cosilla curiosa que me encontré en casa de mis padres, de cuando era muy pequeño y otra cosilla que me hace ilusión compartir con vosotros.
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