Segunda parte de esta serie que parece va a continuar, para deleite de todos los nostálgicos de nuestra generación. Óscar Lombana vuelve a la carga con un libro que es, si cabe, mejor que el anterior.
Tengo que reconocer que el primer volumen me pareció excepcional, pero este es mil veces mejor. Le ocurre como a las segundas partes de las películas de superhéroes. En la primera película se tienen que enfrentar los guionistas a explicar cómo una persona consigue ser un superhéroe y se emplea en ello más de la mitad de la película. Cuando llegamos a la segunda parte, la “hora de las tortas” empieza en el minuto uno.
Aquí pasa igual. Ya no hay nada que justificar, no es necesario mostrar a todos los clásicos reconocidos y reconocibles por todos. Eso ya ocurrió en la anterior joyita. Aquí Lombana está desatado. Casi cada página merecería una entrada en Tonnerre de Brest.
No sólo las imágenes, que también, sino los textos son cada vez más jugosos. Y es que los recuerdos de la infancia son tremendamente acertados y cercanos. De una manera u otra, todos los que ahora estamos algunos años por abajo y por arriba de los cuarenta, vivimos cosas similares. El relato del carbonero, de las escaleras del colegio, de la cartera pateada o incluso el recuerdo del sabor de la mina de grafito de los lápices nos recuerdan que muchas cosas viven en nuestros recuerdo y solamente ahí.
La introducción de Nacho Vigalondo me hizo pensar muchísimo. Dice que “el placer del reencuentro justifica la pérdida anterior”. Qué razón tienes. Pero lo que sí que es un pensamiento tremendo y que merece la pena analizar en profundidad es que Nacho nos considera a todos los de nuestra generación como los últimos con la posibilidad de olvidar y de reencontrarnos con nuestro pasado. Dice que los chicos de ahora, los de la Generación Y, tendrán todo en Internet. Nosotros los de la Generación X y más atrás estamos sólo empezando a redescubrirnos en nuestra nostalgia.
Sin lugar a dudas, muy interesante este planteamiento. Un prólogo que está a la altura del libro.
No puedo más que recomendar la adquisición del libro para gozar de todas las cosas que os vais a encontrar en él. Ha mejorado lo inmejorable. Hay más de todo, especialmente de juguetes para niñas, que faltaban en el anterior volumen y a mí me ha resultado muy grato el reencontrarme con los Humbots. He de buscar información y encontrar los míos para que los podáis ver por aquí. Incluso tiene uno en su caja, tal y como se vendían.
En fin, Óscar, te has salido y nos dejas con ganas de más. Por cierto, muchas gracias por mencionarme en los agradecimientos, me sentí muy emocionado, aunque las gracias te las tenemos que dar a ti por remover tantos buenos recuerdos y sentimientos.
Tengo que reconocer que el primer volumen me pareció excepcional, pero este es mil veces mejor. Le ocurre como a las segundas partes de las películas de superhéroes. En la primera película se tienen que enfrentar los guionistas a explicar cómo una persona consigue ser un superhéroe y se emplea en ello más de la mitad de la película. Cuando llegamos a la segunda parte, la “hora de las tortas” empieza en el minuto uno.
Aquí pasa igual. Ya no hay nada que justificar, no es necesario mostrar a todos los clásicos reconocidos y reconocibles por todos. Eso ya ocurrió en la anterior joyita. Aquí Lombana está desatado. Casi cada página merecería una entrada en Tonnerre de Brest.
No sólo las imágenes, que también, sino los textos son cada vez más jugosos. Y es que los recuerdos de la infancia son tremendamente acertados y cercanos. De una manera u otra, todos los que ahora estamos algunos años por abajo y por arriba de los cuarenta, vivimos cosas similares. El relato del carbonero, de las escaleras del colegio, de la cartera pateada o incluso el recuerdo del sabor de la mina de grafito de los lápices nos recuerdan que muchas cosas viven en nuestros recuerdo y solamente ahí.
La introducción de Nacho Vigalondo me hizo pensar muchísimo. Dice que “el placer del reencuentro justifica la pérdida anterior”. Qué razón tienes. Pero lo que sí que es un pensamiento tremendo y que merece la pena analizar en profundidad es que Nacho nos considera a todos los de nuestra generación como los últimos con la posibilidad de olvidar y de reencontrarnos con nuestro pasado. Dice que los chicos de ahora, los de la Generación Y, tendrán todo en Internet. Nosotros los de la Generación X y más atrás estamos sólo empezando a redescubrirnos en nuestra nostalgia.
Sin lugar a dudas, muy interesante este planteamiento. Un prólogo que está a la altura del libro.
No puedo más que recomendar la adquisición del libro para gozar de todas las cosas que os vais a encontrar en él. Ha mejorado lo inmejorable. Hay más de todo, especialmente de juguetes para niñas, que faltaban en el anterior volumen y a mí me ha resultado muy grato el reencontrarme con los Humbots. He de buscar información y encontrar los míos para que los podáis ver por aquí. Incluso tiene uno en su caja, tal y como se vendían.
En fin, Óscar, te has salido y nos dejas con ganas de más. Por cierto, muchas gracias por mencionarme en los agradecimientos, me sentí muy emocionado, aunque las gracias te las tenemos que dar a ti por remover tantos buenos recuerdos y sentimientos.
Por cierto, el libro lo publica Astiberri y se encuentra en un montón de librerías. En todas en las que he estado al menos.
5 comments:
Vamos que hay que comprarlo.
Un abrazo, ya estamos de vuelta, que cortito.
A mí también me ha encantado!! Lo de los juguetes para niñas es verdad, se echaba en falta en el primero. Y lo de la mención en el libro, pues para mí también un verdadero honor, estaba trabajando cuando lo vi y di hasta un gritito de alegría. Por cierto, también encontré tu nombre entre los agradecimientos, pero preferí no decirte nada para que lo descubrieras tu mismo. Saludos!!
Bienvenido, Juan. No dudes en comprarlo. Es una gozada.
Hola, Victoria. Tambíen te vi en los créditos. Y he visto que has vuelto a la carga con el blog. ¡No nos hagas esperar tanto! Queremos volver a aquella maravillosa infancia.
Un saludo.
Es verdad. ahora con internet todo está localizable en cualquier momento. La sensación de encontrarte con cosas que no veías desde hace más de 25 años no la va a tener la actual generación. Por ejemplo, hace unos días me acordé de mis viejas construcciones de Exin West y al encontrarlas de nuevo en ebay y todocolección se me erizó el vello.Me asaltaron como un flash viejos recuerdos.
A mí me pasa igual, Corsario. Me parece bestial poder volver a ver y sentir cosas que están tan arrinconadas en la memoria.
Te recomiendo el libro, se te va a erizar el vello y se te van a poner los dientes largos. Ninguno de los dos volúmenes tiene desperdicio. Sólo le falta más de nostalgia comiquera de antes de los ochenta, pero eso es normal, Óscar es más de esa época que de la de los cincuenta, sesenta y setenta. Yo tuve suerte de poder ver y leer las últimas ediciones de los clásicos de la aventura española: Capitan Trueno, Jabato y por supuesto, el Guerrero del Antifaz.
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