Mucho hay en estas entradas de Dickens, pero no he afrontado aún una peque-biografía. Pues allá que voy.
Dickens nació en un día como hoy (siete de febrero) pero de 1812. Muchos datos de su biografía son conocidos. Fue un escritor muy popular en la Inglaterra Victoriana y publicó principalmente por entregas (cosa que le emparienta con Jules Verne), que falleció a los cincuenta y ocho años no sin antes haber escrito veinte novelas, unos cuantos tomos como articulista de periódico, a lo que debemos sumar un montón de relatos cortos y su obra poética, esta última menos conocida, pero no por ello menor.
La vida de Dickens comenzó con mucha más tranquilidad que su adolescencia. Un niño bien cuidado y atendido, con lecturas de todo tipo y mucha vivencia en la calle. Todo esto aliñado con una vida social de su familia que le hizo disfrutar de situaciones que realmente sus padres no podían permitirse. Fue entonces, cuando su padre fue encarcelado por las deudas, cuando el joven Dickens tuvo que realizar trabajos durísimos para poder ayudar a su madre y sus hermanos.
Este cambio produjo en mi opinión dos de los puntos de vista que imperan en su literatura. Por un lado, el escritor alejado, imparcial que contempla con conocimiento de causa y comprensión las desventuras de sus protagonistas. Por otro lado, vivió también las situaciones de que narra en sus novelas. Lo que se siente se le quedó grabado. Y las personas que protagonizan esas situaciones, víctimas y opresores, eran conocidos en grado extremo por sus vivencias.
Después de una adolescencia dura, consiguió entrar en la madurez como “clerk”, que es una mezcla de chico para todo, contable, administrativo y secretario. Ya tenemos a Dickens rodeado de libros y letras. Pronto aparecerán los relatos.
Empezó a escribir artículos de opinión y política para el Morning Chronicle. Su creación articulista corrió pareja con la novelística al coincidir la publicación en 1836 de su primera colección de artículos y la serialización de The Pickwick Papers. Ese mismo año se casó. Por si tenéis curiosidad, tuvo la friolera de diez hijos.
La frenética actividad creativa de Dickens no le impidió dedicarse de pleno a cuestiones sociales. Un par de ejemplos: cuando viajó a Estados Unidos de Norteamérica, lo hizo para defender la abolición de la esclavitud (y, bueno, también la ley del copyright). Y cuando un explorador falleció en el ártico, muchos pensaron en culpar a los esquimales. Dickens defendió la inocencia de este pueblo.
Viajó mucho, cosa que parece imposible con una familia tan grande. Y la cosa se resintió. Parece que se sumaron una amante (no está probado al cien por cien) y el cansancio de su esposa. Más bien hartazgo de una vida tan viajera e intensa.
Pero Dickens ya estaba bien establecido. Como editor se encargaba de su revista, al tiempo que se permitía escribir su obra (ficción y periodismo). Sólo un accidente ferroviario podía parar el tren vital que llevaba. No es que saliese herido, todo lo contrario – ayudó a los heridos en los primeros auxilios – pero por lo que fuese, no volvió a escribir novelas. Dejó una inacabada y estamos hablando de cinco años antes de su muerte. Algo debió pasarse por su cabeza. Piensan que un mal presagio.
Siguió viajando y haciendo conferencias basadas en su obra hasta que un par de infartos, muy seguidos, acabaron con su vida.
Esta biografía se basa en lo que yo sabía de Dickens y en la Wikipedia. Para más información, hay una serie de biografías interesantísimas que relacionan sus obras con su vida. Y es evidente que las fuentes de la creatividad de Dickens nacen de la experiencia personal. Incluso en las novelas históricas, tipo A Tale of Two Cities.
Dickens nació en un día como hoy (siete de febrero) pero de 1812. Muchos datos de su biografía son conocidos. Fue un escritor muy popular en la Inglaterra Victoriana y publicó principalmente por entregas (cosa que le emparienta con Jules Verne), que falleció a los cincuenta y ocho años no sin antes haber escrito veinte novelas, unos cuantos tomos como articulista de periódico, a lo que debemos sumar un montón de relatos cortos y su obra poética, esta última menos conocida, pero no por ello menor.
La vida de Dickens comenzó con mucha más tranquilidad que su adolescencia. Un niño bien cuidado y atendido, con lecturas de todo tipo y mucha vivencia en la calle. Todo esto aliñado con una vida social de su familia que le hizo disfrutar de situaciones que realmente sus padres no podían permitirse. Fue entonces, cuando su padre fue encarcelado por las deudas, cuando el joven Dickens tuvo que realizar trabajos durísimos para poder ayudar a su madre y sus hermanos.
Este cambio produjo en mi opinión dos de los puntos de vista que imperan en su literatura. Por un lado, el escritor alejado, imparcial que contempla con conocimiento de causa y comprensión las desventuras de sus protagonistas. Por otro lado, vivió también las situaciones de que narra en sus novelas. Lo que se siente se le quedó grabado. Y las personas que protagonizan esas situaciones, víctimas y opresores, eran conocidos en grado extremo por sus vivencias.
Después de una adolescencia dura, consiguió entrar en la madurez como “clerk”, que es una mezcla de chico para todo, contable, administrativo y secretario. Ya tenemos a Dickens rodeado de libros y letras. Pronto aparecerán los relatos.
Empezó a escribir artículos de opinión y política para el Morning Chronicle. Su creación articulista corrió pareja con la novelística al coincidir la publicación en 1836 de su primera colección de artículos y la serialización de The Pickwick Papers. Ese mismo año se casó. Por si tenéis curiosidad, tuvo la friolera de diez hijos.
La frenética actividad creativa de Dickens no le impidió dedicarse de pleno a cuestiones sociales. Un par de ejemplos: cuando viajó a Estados Unidos de Norteamérica, lo hizo para defender la abolición de la esclavitud (y, bueno, también la ley del copyright). Y cuando un explorador falleció en el ártico, muchos pensaron en culpar a los esquimales. Dickens defendió la inocencia de este pueblo.
Viajó mucho, cosa que parece imposible con una familia tan grande. Y la cosa se resintió. Parece que se sumaron una amante (no está probado al cien por cien) y el cansancio de su esposa. Más bien hartazgo de una vida tan viajera e intensa.
Pero Dickens ya estaba bien establecido. Como editor se encargaba de su revista, al tiempo que se permitía escribir su obra (ficción y periodismo). Sólo un accidente ferroviario podía parar el tren vital que llevaba. No es que saliese herido, todo lo contrario – ayudó a los heridos en los primeros auxilios – pero por lo que fuese, no volvió a escribir novelas. Dejó una inacabada y estamos hablando de cinco años antes de su muerte. Algo debió pasarse por su cabeza. Piensan que un mal presagio.
Siguió viajando y haciendo conferencias basadas en su obra hasta que un par de infartos, muy seguidos, acabaron con su vida.
Esta biografía se basa en lo que yo sabía de Dickens y en la Wikipedia. Para más información, hay una serie de biografías interesantísimas que relacionan sus obras con su vida. Y es evidente que las fuentes de la creatividad de Dickens nacen de la experiencia personal. Incluso en las novelas históricas, tipo A Tale of Two Cities.
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