Esta aventura de Zipi y Zape, El Tonel del Tiempo, es la historia más épica de estos personajes y la que más me gusta. El miércoles pasado, Escobar hubiera cumplido cien años. Valga esta entrada como homenaje de Tonnerre de Brest a este maestro de la historieta. Por los datos que encuentro en el álbum, esta historia fue novelada por entregas en la revista Zipi y Zape, publicándose en 1988.
Zipi y Zape comienzan la historia soñando despiertos con una máquina del tiempo (y el espacio, que Escobar pensó en todo) y, ni corto ni perezoso, juntan un montón de trastos y un viejo barril y crean una máquina del espacio-tiempo. Para probarla introducen una lagartija en su interior y les sale un enorme cocodrilo que pone en peligro sus vidas y la de su madre. Cuado el monstruo del jurásico se queda dormido, le vuelven a introducir en la máquina y así evitan el castigo.
Cuando la máquina ha sido probada con éxito, los dos hermanos deciden entrar ellos mismos y recorrer la historia, o mejor dicho, la prehistoria. Las bromas de Escobar son estupendas, sin desmerecer nada de las de los Picapiedra. En la prehistoria dan con unos padres que son como Don Pantuflo y Doña Jaimita. Su padre se dedica a inventar palabras a cambio de pesetas de las de entonces (es decir, de piedra). Lo gracioso: que los dibujitos de los niños en las paredes son las de las pinturas de Altamira. ¡Toma graffiti!
Zipi y Zape comienzan la historia soñando despiertos con una máquina del tiempo (y el espacio, que Escobar pensó en todo) y, ni corto ni perezoso, juntan un montón de trastos y un viejo barril y crean una máquina del espacio-tiempo. Para probarla introducen una lagartija en su interior y les sale un enorme cocodrilo que pone en peligro sus vidas y la de su madre. Cuado el monstruo del jurásico se queda dormido, le vuelven a introducir en la máquina y así evitan el castigo.
Cuando la máquina ha sido probada con éxito, los dos hermanos deciden entrar ellos mismos y recorrer la historia, o mejor dicho, la prehistoria. Las bromas de Escobar son estupendas, sin desmerecer nada de las de los Picapiedra. En la prehistoria dan con unos padres que son como Don Pantuflo y Doña Jaimita. Su padre se dedica a inventar palabras a cambio de pesetas de las de entonces (es decir, de piedra). Lo gracioso: que los dibujitos de los niños en las paredes son las de las pinturas de Altamira. ¡Toma graffiti!
La segunda incursión de los gemelos Zipi y Zape en la historia la hacen en la época del Antiguo Egipto. Vuelven a dar con unos padres “faraónicos”. Don Pantuflo caza gatos vulgares, mientras sus hijos le ayudan y terminan cazando gatos sagrados con lo que su padre termina encarcelado. Zipi y Zape descubren la nariz de Cleopatra, que es un boniato de tamaño considerable. Deciden ganarse el favor de la Faraona ofreciéndola una nariz de arcilla que hará las delicias de Julio César. Qué decir tiene que Don Pantuflo sale de la cárcel, pero con un ánimo de pocos amigos. Por cierto, la nariz de la esfinge se la cargan los Gemelos Zipi y Zape.
El siguiente viaje al mundo clásico lo hacen a Troya. Se ponen a jugar al fútbol y pierden el balón dentro de las murallas de la ciudad. A continuación se suceden una serie interminable de intentos de entrar (con arietes, propulsados por una catapulta…) y terminan con un mini caballo de Troya. El problema es que, una vez dentro de la ciudad, no se ve nada, porque es de noche y no recuperan el balón.
Si Zipi y Zape son tremendos a la hora de provocar desastres, ¿por qué no juntarles con Nerón? La ciudad de Roma está en peligro, seguro. De casualidad son los causantes del incendio que destruyó la ciudad.
La Edad Media se viste de Edad Mágica y nos encontramos con brujas y magos por doquier. Terminan con la piedra filosofal (pero no la de Harry Potter, la que alarga la vida indefinidamente, sino la que convierte en oro todo lo que toca). Al final, claro está, la pierden.
En el Renacimiento se van con Leonardo, creando la anécdota de la Gioconda. La buena moza está sonriendo con la boca cerrada porque Zipi y Zape aterrizan sobre sus dientes. Los gemelos terminan siendo sus asistentes para la creación del artilugio que permita al hombre volar y prenden fuego a las barbas del genio.
Como no podía ser de otra manera, el viaje al siglo XVIII tenía que llevarles a compartir aventuras y desventuras con los Mosqueteros. Es un episodio que se resuelve a base de espadazos y termina con los niños pinchando aceitunas con una destreza endiablada.
Sin salir mucho de la Francia del XIX, los gemelos Zipi y Zape dan con los hermanos Montgolfier, ayudándoles a crear el Globo aero-estático. Es un episodio divulgativo muy gracioso.El siglo XX, con todos sus líos y los posibles problemas que podría acarrear el tocar temitas de la historia reciente, se resuelve con la infancia de los niños. Al salir del tonel terminan como bebés a bordo de una cigüeña. Dan con unos padres que aún están sanos y no han tenido que sufrir los trastornos que los gemelos acarrean. Doña Jaimita está hermosota, mientras que Don Pantuflo es un Adonis. Todo se lía cuando tienen hambre y la leche que tienen en casa no es suficiente.
Con este episodio termina esta joya de la historieta. Zipi y Zape viajan al futuro jocoso que ideó Escobar, donde para estudiar sólo hay que tomar píldoras y los partidos de fútbol se juegan con jetpack. A la vuelta al tonel, hacen un aterrizaje forzoso y se quedan atrapados en el futuro hasta que reparen la máquina.
Esta maravillosa historia de Zipi y Zape demuestra el genio creativo de Escobar y la capacidad para dar con magníficas epopeyas de cuatro páginas. Es la historieta en estado puro. Sin edulcorantes. Toda una genialidad.
Esta maravillosa historia de Zipi y Zape demuestra el genio creativo de Escobar y la capacidad para dar con magníficas epopeyas de cuatro páginas. Es la historieta en estado puro. Sin edulcorantes. Toda una genialidad.
4 comments:
Lo de los dientes de Monalisa, aunque aquí sea un chiste, no es una hipótesis tan descabellada, ya que en aquella época era muy normal tener la dentadura hecha una pena.
Saludos Preacher.
Pues es probable, pero un pintor puede falsear la realidad. Creo que Leonardo no pensó en el revuelo que iba a producir la enigmática sonrisa de su modelo.
alguien sabe donde puedo conseguir este tebeo??
me estoy volviendo loca intentando conseguirlo!
gracias
Hola,
Pues no estoy seguro. Como tal, en un "Magos del humor" puede ser complicado (yo lo conseguí en una tienda de Todo a 100 por dos o tres euros).
Esta aventura salió también, creo recordar en la colección de Clásicos del Humor de RBA, en uno de los tomos de Zipi y Zape. Eso es más fácil, porque se está reeditando ahora en 2010.
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