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October 04, 2010

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Casta de Buitres y ¡Sabían Demasiado!, de Marcial Lafuente Estefanía.

Otra vez vuelvo a la carga con otras dos novelas de Marcial Lafuente Estefanía. En esta ocasión con dos buenas novelas que, estando dentro de la tradición de las novelas de bolsilibro, tiene una calidad superior a las de otras del propio autor y de otros autores del mismo género. Incluso se permite Lafuente Estefanía escribir finales sorprendentes, poco condescendientes con los lectores. Un ejercicio valiente y arriesgado. Vamos con ellas.

Marcial Lafuente Estefanía, CASTA DE BUITRES. Colección Río Pecos número 106. Ilustración de portada de Prieto Muriana.





Una pequeña joya en su género. Una novela sorprendentemente bien hilada desde el principio, con elementos que sólo se desarrollan en su justo momento y no espera al final para romper todo misterio. 

La desfachatez de dos hermanos (de ahí lo de Casta de Buitre) hace que los indios secuestren a la pequeña hermana de estos.

Sus padres no pueden hacer nada y la chica se cría y se amolda a la sociedad india hasta el punto de llegar a casar con un indio y tener un hijo con este.

Roy, el protagonista, lleva una vacuna en pruebas contra la viruela cuando da con un rancho semiabandonado. El dueño ha sido tratado como apestado por la viruela y agoniza en la vivienda. Roy se hace cargo de él y le salva. 

El anciano le relata los hechos acaecidos a su hija y le cuenta también que sus mezquinos hijos tratan de hacerse con su rancho de todas las formas posibles, incluida la ayuda de un no menos mezquino médico del pueblo.

Tras unos buenos enfrentamientos (porque Roy es un tipo de armas tomar. Literalmente.), la novela nos lleva al reencuentro del padre con su hija. La muchacha y su hijo se quedan para cuidar a su padre, curado de la viruela, pero muy enfermo y a punto de fallecer.

La parte en la que el chico va a la escuela y es despreciado por su ascendencia india es memorable. Marcial Lafuente Estefanía hace un alegato fantástico contra el racismo (aunque se vale del truquito de hacer muy listo y espabilado al chico, sabiendo más que otros de su clase). Con ayuda de Roy, el chico da una lección a su prepotente maestra, a los chicos tontos de la escuelita y a los habitantes del pueblo. Al final el chico hace amigos y va a la escuela con regularidad. El abuelo del muchacho muere con cierto grado de paz.

Roy debe seguir su camino, no sin antes haber tenido un idilio con la hija. Lleva la vacuna, que ha ido demostrando su utilidad (la documentación previa de Lafuente Estefanía se nota en esta novela) para volver al pueblo, donde los hermanos se han encargado de matar a su propia hermana y al chico. Roy se bate en duelo de pistolas y los deja tiesos.

Un final sorprendente para un tipo de novelas así, en las que uno espera que siempre venza el bien. Para dotar de un final feliz, un tanto forzado, hace que Roy dirija un hospital y tras un duelo de quince años (aunque el último párrafo no me deja claro si esperó tanto o si fue un año después), despose a una colaboradora del hospital.

Creo que este resumen demuestra a las claras que era una historia con muchas migas. Algún momento, ya digo, un tanto forzado, pero muy conseguido el resultado global.

Marcial Lafuente Estefanía, ¡SABÍAN DEMASIADO! Colección Río Pecos número 159. Ilustración de portada de Koening.


Otra vez el protagonista tiene conocimientos de medicina, esta vez de cirujía, con los que va a ser capaz de salvar a uno de los protagonistas, evitando que Anderson, el terrateniente consiga sus objetivos.





El protagonista en cuestión es Joss, que a ayudar a una famila de católicos, los Sutherland a que no sean vilipendiados por los intereses de unos pocos que quieren el rancho y las tierras de la familia.




Joss va a ayudar a los hermanos Sutherland a conseguir sus objetivos (Vincent va a llegar a ser médico), pero es la ayuda a Tim la más interesante. 


Tim es un loco de los caballos y las carreras y gracias a un stallion va a ser capaz de ganar una apuesta arriesgadísima que le dará a la familia Sutherland el dinero que necesita para saldar una deuda.


Los malos, por su parte, se libarán de un sheriff blandengue y lo sustituirán por un subalterno, Joe el Virtuoso (¡menudo mote!), por lo que va  a ser necesario que Joss se emplee a fondo.


Al final, como siempre, los buenos consiguen sus cosas y los malos, por cobardes, pierden todo.


Por cierto, la portada de esta novela es un fotograma de alguna película. No sabría decir cuál y de los actores que están en ella sólo sé que uno es Lee Van Cleef. En fin, una manera de llamar la atención en los kioscos a los posibles lectores.

2 comments:

Clayton said...

Excelente análisis de dos novelas de un autor que, a priori, no necesitaba en ninguna de sus obras de ello, dado que todas eran muy parecidas y el desarrollo prácticamente idéntico; no obstante, tenía "algo", eso es indiscutible, que lo ha proyectado como el autor de novela popular española más conocido y seguido, a pesar de su reiteración y linealidad... Todo un misterio y todo un fénomeno, ciertamente, del que, no me avergüenza reconocerlo, soy seguidor.

Saludos llaneros de Clayton.

Valentín VN said...

Gracias Clayton.

Marcial Lafuente Estefanía fue un autor de éxito porque en gran medida tuvo su público (las novelas de vaqueros fueron muy populares en España), era tan trabajador que llegaba a publicar novelas sin parar para satisfacer a sus lectores y consiguió mantener el interés por sus historias aún repitiendo temáticas.

Pero me pasa como a ti. Son novelas que se leen rápido, te enganchan y aunque veas el final (bueno en Casta de Buitres, el final es duro y no por lógico esperado) sigues leyendo y no paras hasta terminar.

Hay veces que noto similitud entre Lafuente Estefanía y otros historietistas de la misma Bruguera. Ibañez se repite mucho, pero trabaja a destajo para que sus lectores no tengan "mono" de sus historietas.

Unos maestros con un sentido especial del trabajo y la dedicación a sus lectores.

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