Encontré este ejemplar en la biblioteca de mi instituto. Algún compañero o compañera lo había adquirido para el fondo de la sección de literatura y no pude resistir la necesidad de sacarlo y leerlo.
El Mecanoscrito había sido uno de los muchos libros que nos tocó leer en la clase de Filosofía de tercero de BUP, allá por 1989. Nuestra profesora (lástima que mi memoria haya olvidado su nombre) repartió los comentarios literarios entre los alumnos. A mí me tocó La Carta Al Padre de Kafka y La Madre de Gorki. Dos obras valiosísimas y que me fascinaron cuando las leí.
Pero era este libro (igual que Walden 2), que yo no leí, pero que me fue presentado por los compañeros que sí lo tuvieron que leer y que lo expusieron ante la clase. Contaba la peripecia vital de dos únicos supervivientes de un extraño ataque extraterrestre y sus decisiones para llevar su vida en esa Tierra desolada.
Así que, con el interés bien alto, acometí la lectura de esta novela y en pn oco tiempo la terminé con una mezcolanza de sentimientos y valoraciones que ahora comparto con vosotros.
Estilísticamente, esta obra es impecable. Pedrolo es un autor catalán que tiene fama de saber manejar la lengua catalana con inteligencia y buen gusto. En su traducción se ve que va más allá, porque no pierde la frescura y la fuerza en otro idioma, aún siendo muy cercanos los dos. Es el ejercicio literario de Pedrolo el que sobresale párrafo a párrafo.
La engañosa sencillez de la prosa oculta una sutileza y concisión admirables. La forma en partes, con presentación de Alba cada vez un año más y llegando a un cambio radical en el último volumen (o TT, como va a ser denominado), la conjunción vacía de contenido (la "Y") empezando todos y cada uno de los fragmentos y el curioso documento final, dan a la novela un formato atractivo y ágil que el lector agradece.
Más compleja es la valoración que uno pueda hacer de los personajes y sus decisiones. ¿Qué haría cada uno si se viese como único superviviente de una catástrofe así?
Muchas veces he fantaseado con una situación así (en los setenta y ochenta eran comunes los telefilms con esa premisa de entrada. Recuerdo uno en el que una familia de cuatro o cinco miembros sobrevivía a la desintegración de toda la especie humana, convertida ahora en cenizas, por estar en una cueva), ya sea por la desaparición repentina de los demás seres humanos o por terminar en una isla desierta con un grupo de personas. Ambos casos siempre me han parecido intrigantes (¿qué haría?) y éticamente interesantísimos.
Pensando en los personajes (Alba y Didac), si bien es cierto que coincido con el editor de esta nueva publicación de la novela en que Alba es un personaje que sobresale de la novela, erigiéndose con fuerza como un personaje con vida propia, más allá del propio trabajo de Pedrolo por lo mucho que nos provoca a los lectores, no creo que la vea como a una mujer sensible. Muy al contrario, es una chica con una fuerza descomunal, casi una fanática, que en situaciones en las que la propia supervivencia está en entredicho, sigue con planes para la supervivencia de la especie.
El Mecanoscrito había sido uno de los muchos libros que nos tocó leer en la clase de Filosofía de tercero de BUP, allá por 1989. Nuestra profesora (lástima que mi memoria haya olvidado su nombre) repartió los comentarios literarios entre los alumnos. A mí me tocó La Carta Al Padre de Kafka y La Madre de Gorki. Dos obras valiosísimas y que me fascinaron cuando las leí.
Pero era este libro (igual que Walden 2), que yo no leí, pero que me fue presentado por los compañeros que sí lo tuvieron que leer y que lo expusieron ante la clase. Contaba la peripecia vital de dos únicos supervivientes de un extraño ataque extraterrestre y sus decisiones para llevar su vida en esa Tierra desolada.
Así que, con el interés bien alto, acometí la lectura de esta novela y en pn oco tiempo la terminé con una mezcolanza de sentimientos y valoraciones que ahora comparto con vosotros.
Estilísticamente, esta obra es impecable. Pedrolo es un autor catalán que tiene fama de saber manejar la lengua catalana con inteligencia y buen gusto. En su traducción se ve que va más allá, porque no pierde la frescura y la fuerza en otro idioma, aún siendo muy cercanos los dos. Es el ejercicio literario de Pedrolo el que sobresale párrafo a párrafo.
La engañosa sencillez de la prosa oculta una sutileza y concisión admirables. La forma en partes, con presentación de Alba cada vez un año más y llegando a un cambio radical en el último volumen (o TT, como va a ser denominado), la conjunción vacía de contenido (la "Y") empezando todos y cada uno de los fragmentos y el curioso documento final, dan a la novela un formato atractivo y ágil que el lector agradece.
Más compleja es la valoración que uno pueda hacer de los personajes y sus decisiones. ¿Qué haría cada uno si se viese como único superviviente de una catástrofe así?
Muchas veces he fantaseado con una situación así (en los setenta y ochenta eran comunes los telefilms con esa premisa de entrada. Recuerdo uno en el que una familia de cuatro o cinco miembros sobrevivía a la desintegración de toda la especie humana, convertida ahora en cenizas, por estar en una cueva), ya sea por la desaparición repentina de los demás seres humanos o por terminar en una isla desierta con un grupo de personas. Ambos casos siempre me han parecido intrigantes (¿qué haría?) y éticamente interesantísimos.
Pensando en los personajes (Alba y Didac), si bien es cierto que coincido con el editor de esta nueva publicación de la novela en que Alba es un personaje que sobresale de la novela, erigiéndose con fuerza como un personaje con vida propia, más allá del propio trabajo de Pedrolo por lo mucho que nos provoca a los lectores, no creo que la vea como a una mujer sensible. Muy al contrario, es una chica con una fuerza descomunal, casi una fanática, que en situaciones en las que la propia supervivencia está en entredicho, sigue con planes para la supervivencia de la especie.
Alba es una muchacha que tiene que madurar a marchas forzadas, bien es cierto, pero llega a ser demasiado poderosa y fría en alguna ocasión. Sorprende su actitud sosegada cuando se encuentra con los otros pocos supervivientes. Sin duda Alba y Didac han llevado las cosas mucho mejor que nadie con el que se hayan encontrado, pero eso no quita que posiblemente haya más supervivientes en las mismas condiciones de salud física y mental que ellos. Al menos eso es lo que debió pasar, a la luz del epílogo.
El final del libro no me resulta radicalmente necesario. Da datos que explican cosas que no sé hasta qué punto necesito saber. La procedencia de los extraterrestres y sus posibles causas me dan igual ante la magnitud del genocidio. Este final se lee con rapidez y deja poca huella comparado con todo lo que les acontece a los protagonistas a lo largo de la novela.
Alba da con soluciones muy buenas para sobrevivir como es alejarse de los núcleos de población para evitar que la descomposición de los cadáveres les transmita alguna enfermedad, confían en ciertos productos de primera necesidad, pero no en todos.
Aún no siendo chicos que hayan vivido el campo en su plenitud (cosa que no entiendo, al vivir en zona rural) son capaces de sacar provecho a la tierra. Pienso que es un mensaje de Pedrolo para que reflexionemos sobre la importancia de otro tipo de vida alejado de la versión urbanita de la existencia. Y este no es el único mensaje político que podemos ver.
A parte de esta ecología rural, Pedrolo nos muestra una querencia por el bando que perdió la Guerra. El padre de Alba estuvo encarcelado y Alba considera que su libertad en el momento de tomar decisiones a futuro sobre su pequeña familia se la debe a él. Alba hace reproches al sistema que le tocó vivir (como cuando piensa en el nombre de un futuro hijo y no emplea el santoral, la demostración feaciente de que el sistema económico no es válido para una situación de crisis, etc.) y va a formar a Didac, cinco años más joven que ella como "semental culto".
El tema del racismo lo trata Pedrolo con cierta ingenuidad, pero muy simpáticamente y con proyección para el lector adolescente. Con una pareja mixta, la descendencia será mestiza. Si no hay más que una raza no habrá racismo. Otra cosa será el problema de la consanguineidad, que Alba no tiene en cuenta, a pesar de leerse todos los tratados de medicina posibles.
Otra cosa que me llama la atención es lo que Alba decide salvar de la humanidad pre-cataclismo. Aquí se nota cierta deformación profesional de escritor. Alba salva los libros en diversos santuarios. Curiosamente es una de las cosas más importantes que uno debiera conservar. No necesitan electricidad, dan información sobre cualquier cosa y son testigos de la manera de pensar de los seres humanos que los escribieron.
Pero el arte está fuera de lugar en esta preservación. Lo que queda de los museos está muy maltratado por la destrucción de los edificios (porque, por si se me había olvidado, no queda un solo edificio en pie). Y como es difícil de rescatar, no intentan nuestros dos protagonistas hacer nada con ellos. Una pena. De la música, ni hablamos. Espero que cayesen cómics entre todos los volúmenes. ¡Vaya futuro aburrido sin ellos!
En fin, como véis es un libro que desata pasiones en sus lectores. ¿Qué haríais vosotros en una situación así? Yo viviría la vida y no sufriría tanto por el futuro de la humanidad en general como por mi propio futuro y el de aquel que me acompañase.
Más sobre Mecanoscrito del Segundo Origen:
- Análisis de Daniel Genís para el Sitio de Ciencia Ficción.
- Wikipedia, en catalán, castellano y holandés. Curiosamente la sinopsis más larga está en este último idioma.
- Reseña de Alberto García-Teresa.
- Shvoong
- Tierras de Acero
- Interesante colección de comentarios en La Tercera Fundación.
- Dimensión Friki
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