Una nueva entrega, y van ocho, de esta colección imprescindible. Tanto por recuperar algo tan fundamental para la historia de la historieta en España como por la calidad de las páginas que podemos leer.
Ya sabía cuando adquirí este ejemplar, que va para el salón de casa como los siete anteriores, que la lectura iba a ser gozosa y emocionante, que tendría más de una semana de deleite asegurado. Y no fallaron las predicciones.
En este tomo, como algo especial con respecto a los anteriores, he notado más páginas de Blanco, cosa que me ha encantado. Es uno de los más grandes del tebeo y se agradece que se le dedique tanta atención. Quizá haya menos Coll, pero no importa, al haber estado omnipresente en otros volúmenes. Puede que me equivoque, ya que no he contado las páginas de unos u otros, pero a grosso modo me parece que no ando desencaminado.
Como ejemplo de contenidos os voy a dar dos un tanto peculiares:
Un poco de todo es una sección que se publicó, si mal no me funciona la memoria, en la última etapa del TBO, casi cuando desapareció para formar parte de Bruguera y era una lectura obligada. En este volumen hay muchos ejemplos. De todos, destacaría este con noticias de todo tipo; un relatito con sorpresa final (el comerciante y el bandido), una preciosa noticia sobre un cine exclusivo para cine mudo (yo me lo guiso...), una anécdota de los primeros tiempos del teléfono (indignado) y, bueno, tantas cosas que sorprende que cupieran en una sola página.
Y esta es una de mis favoritas. Estaba buscándola desesperadamente (como a Susan, jeje) y es que me impactó. La leí en un número del TBO 2000 y me pareció tan cafre y chula que no se me olvidó. Disfrutad del gran Tínez en acción. Algo espectacular. Aún me falta encontrar una historia de un hombre curioso que hasta le gustaba el olor a gasolina. En algún otro tomo, espero.
Porque eso sí, Señor Guiral, por favor, más. Mucho más. (Y gracias por seguir sacando más números del TBO de siempre).
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