Novelas de mi infancia.

Estas son algunas de las novelas que leía de chavaluco. Me resulta curioso lo múcho que leíamos novelas de aventuras. No había mucho nuevo, por lo que nos remitían a los clásicos.

En esta primera foto están algunas de las mejores. Las minas del Rey Salomón son tan buenas que no requieren presentación. Haggard creó al protagonista de la Liga de Caballeros Extraordinarios, esas novelas gráficas tan agradecidas que nos regaló Moore. La edición de los Piratas de Mompracén, de Salgari, tiene unas ilustraciones a tres colores que son estupendas.

Por alguna razón, en mi cabeza las Aventuras de Marco Polo y el Taras Bulba de Gogol estaban relacionadas. Puede que sea por la ambientación oriental o porque los libros tenían formatos similares. O por las dos cosas.

Esta segunda tanda es muy variada. Por un lado, una traducción completa de la novela de Jules Verne, De la Tierra a la Luna. Para un chico aficionado a los viajes espaciales, esta novela me enganchó por completo. A su lado, dos novelas majísimas.

Por un lado las Aventuras del Coronel MacMister. Un librito de acertijos y enigmas que había que ir resolviendo para ir a la siguiente página. Muy divertido.

Y Tartarín de Tarascón. No sólo me encanta el libro de Daudet porque es divertidísimo. También por las ilustraciones. Demasiado.

Las tres novelas de Toray son como los clásicos ilustrados de Bruguera. De la aventura del Viaje al Centro de la Tierra ya hablé, cuando conseguí algunos años la versión en cómic. Pues bien, revisando he visto que es la misma historieta. Y yo ni me había fijado.

Termino con otros favoritos de mi infancia. El mejor, para mi , las fábulas de La Fontaine. Las leíamos en el colegio, creo que en segundo de EGB. Las ilustraciones ayudaban mucho. Las fábulas de Leonardo aún me siguen sorprendiendo. No hubiera relacionado nunca a Da Vinci con una fábula de no ser por este libro. Y son muy buenas.

Otro cantar es el volumen de Cuentos Escogidos. Al ser muchos de ellos de los hermanos Grimm, os podéis imaginar que hay mucha cosa grotesca y durilla. Como un cuento en el que el príncipe que desposa a una campesina, la prohibe dedicarse a tejer, porque las primas de estas están deformadas por el trabajo que realizan. Y hay una ilustración de ello. Tremendo.

Bueno, espero que os hayan gustado estos retazos de mis recuerdos de las lecturas de la infancia. Algo distintas, pienso yo, de las que hay ahora.