35. ¡Conquistaremos la Tierra!
Los valeranos siguen con la reconstrucción (que eso es lo que es) de los bapturanos y la repoblación de Atolón (que es así como se llama este mundo, un término muy apropiado, por cierto). Miguel Ángel tiene un segundo hijo con una mujer nativa, el popular Fidel, con poderes extrasensoriales. Lo malo (al menos para un Aznar): es un pacifista radical y es monje a lo baptur, que se parece mucho al budismo.
Mientras tanto, Valera está empezando a descansar de los líos políticos de las últimas novelas. Como la república se ha instaurado en Atolón, Valera es prescindible. Por eso, Miguel Ángel, al mando del planetillo, propone ir al rescate de la Tierra. Tiene tres nuevas herramientas. Por un lado la máquina karendón, para hacer una especie de crionización a lo bestia. Por otro una máquina para viajar por el hiperespacio. Ya Valera recorre lo que le planten por delante y sin herniarse. Y por último, las ondas gravitacionales, capaces de desviar lo que sea. Serán su mejor coraza.
Así que vamos a por los Sadritas. Recordaremos que hubo una escaramuza al final de la primera parte de la Saga para rescatar a los humanos que aún vivían bajo el yugo de los sadritas en el Sistema Solar. Quedaba pendiente una resolución y Enguídanos nos devuelve al sistema con el Sol transmutado.
Todo lo que llevan los valeranos no es suficiente si no consiguen rehabilitar al sol. Así que, mientras combaten en el espacio, preparan un misil especial que va a devolver su función benefactora al sol.
36. Puente de mando.
Los sadritas se defienden con uñas y dientes. Tienen armas difíciles de parar (miniaturas en realidad) y los valeranos lo pasan regular en esta nueva guerra.
Las cosas se complican, al ser los sadritas también seres con poderes telequinéticos. Uno quiere implantarse en Miguel Ángel Hijo, pero Fidel da con la solución. Usar la karendón para hacer un “reset” y dejar a Miguel Ángel como estaba. Los valeranos se reponen y tienen mucha fuerza. Tanta como para ganar. Sinceramente, esta anécdota es el núcleo de la novela. Todo lo demás gira entorno a lo que pasa con la posesión sadrita.
Fidel se hace médico de la especición, por lo que Enguídanos puede contar con él en todo momento. El último Miguel Ángel es un típico Aznar, pero menos sólido. Con eso consigue el autor que sea más humano y cercano.
Los valeranos siguen con la reconstrucción (que eso es lo que es) de los bapturanos y la repoblación de Atolón (que es así como se llama este mundo, un término muy apropiado, por cierto). Miguel Ángel tiene un segundo hijo con una mujer nativa, el popular Fidel, con poderes extrasensoriales. Lo malo (al menos para un Aznar): es un pacifista radical y es monje a lo baptur, que se parece mucho al budismo.
Mientras tanto, Valera está empezando a descansar de los líos políticos de las últimas novelas. Como la república se ha instaurado en Atolón, Valera es prescindible. Por eso, Miguel Ángel, al mando del planetillo, propone ir al rescate de la Tierra. Tiene tres nuevas herramientas. Por un lado la máquina karendón, para hacer una especie de crionización a lo bestia. Por otro una máquina para viajar por el hiperespacio. Ya Valera recorre lo que le planten por delante y sin herniarse. Y por último, las ondas gravitacionales, capaces de desviar lo que sea. Serán su mejor coraza.
Así que vamos a por los Sadritas. Recordaremos que hubo una escaramuza al final de la primera parte de la Saga para rescatar a los humanos que aún vivían bajo el yugo de los sadritas en el Sistema Solar. Quedaba pendiente una resolución y Enguídanos nos devuelve al sistema con el Sol transmutado.
Todo lo que llevan los valeranos no es suficiente si no consiguen rehabilitar al sol. Así que, mientras combaten en el espacio, preparan un misil especial que va a devolver su función benefactora al sol.
36. Puente de mando.
Los sadritas se defienden con uñas y dientes. Tienen armas difíciles de parar (miniaturas en realidad) y los valeranos lo pasan regular en esta nueva guerra.
Las cosas se complican, al ser los sadritas también seres con poderes telequinéticos. Uno quiere implantarse en Miguel Ángel Hijo, pero Fidel da con la solución. Usar la karendón para hacer un “reset” y dejar a Miguel Ángel como estaba. Los valeranos se reponen y tienen mucha fuerza. Tanta como para ganar. Sinceramente, esta anécdota es el núcleo de la novela. Todo lo demás gira entorno a lo que pasa con la posesión sadrita.
Fidel se hace médico de la especición, por lo que Enguídanos puede contar con él en todo momento. El último Miguel Ángel es un típico Aznar, pero menos sólido. Con eso consigue el autor que sea más humano y cercano.
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