La verdad es que estoy en-can-ta-do.
Hay veces que uno se lleva una alegría sin comerlo ni beberlo. Comprando mi ración mensual de cómics y cosas varias, encontré en las estanterías de Akira la siguiente joyita. Oscar Lombana nos regala una colección de fotografías de las cosas más chulas que pudimos disfrutar en nuestra infancia.
El libro se llama Papel y Plástico (nombre difícil par buscarlo en Google, porque sale cualquier cosa menos la que buscamos) y es una maravilla publicada por Astiberri .
Empieza demostrando que en todas las casas cuecen habas. Unos encontraron su colección de cómics en la casa del vecinito del quinto, “porque tú ya eres mayor para esas cosas” o sus juguetes en la basura, “¿para qué querías tú tanta basura, hijo?”. Otras veces hemos sido nosotros los que nos hemos desecho de nuestros impagables tesoros por unas pocas pesetillas (sí, pesetillas) y luego nos hemos desesperado volviendo a buscar en librerías de viejo o tiendas de coleccionistas nuestras posesiones perdidas.
Me emociona ver tantos álbumes de cromos. Yo era el rey de los cromos de mi generación. Bueno estoy exagerando, pero creo que soy un magnífico coleccionista. Lo que pasa es que ahora no se puede coleccionar nada. Sólo son decentes los cromos de fútbol y los de Pokémon y a mí no me gustan ninguna de las dos cosas. En fin, ¿qué se le va a hacer?
El libro está plagado con la lista de las cosas que más le gustaban a Óscar Lombana de su infancia y adolescencia y hay muchas que rescatar: lo que hacíamos con los bolis Vic, la compra de cómics en los Kioscos (ni punto de comparación con lo poquito que tienen para niños ahora, si descontamos cosas como Dibus!), los grupos de música para niños, con Parchís a la cabeza, los Kalkitos (¡¡¡Lo mejor del mundo!!!), los pastelitos (Gitanitos de Ortiz, la pantera rosa, Bony, Tigretón, Bucaneros, Tarzán), los Dráculas y los Frigurones, el Cinexín, El Exin Castillos, los juegos de agua Geyper (y los de bolsillo, ¿cómo no?), las revistas de cómic (Pif, Spirou, Tintín, el libro gordo de Petete, Pumby, Mortadelos, Pulgarcitos, DDTs y todo Bruguera, Don Miki, ), las series de dibujos después del telediario del sábado y del domingo a mediodía, las carreras de chapas, la peonza y el yoyo, el Autocross, los fascículos coleccionables (es decir, sólo el fascículo, sin figuritas de porcelana, DVDs, pipas de colección, piezas de maquetas ni demás zarandajas), el chicle Cosmos (era de regaliz, por lo que era negro), los Virkikis, los libros de Ediciones Plesa y SM, Sabadabadá, el Blandi Blub, las ediciones mejicanas de DC gracias a EN, los baratos FeberJuegos, los libros de “Elige tu Propia Aventura” de Timun Mas, nuestros primeros ordenadores MSX (el mío), ZX Spectrum, Atari, Comodore, Amstrad, las maquinitas de Nintendo con dos pantallas, los Petazetas, los muñequitos de importación japoneses como los Micronautas, las series de Hannah Barbera, Warner Bros, la Pantera Rosa y Terrytoons, el Burmar Flax, la Ruperta, los primeros muñequitos de Star Wars, los cómics de Vértice, Galáctica, la Magia Borrás y los Juegos Reunidos Geyper, la Quimicefa, el día de Reyes, las novelitas de ciencia ficción y de terror, el pulpo que se pegaba en los cristales para luego ir bajando, los programas de música como Aplauso, Tocata o Rocopop, Topo Gigio, Mazinger Z, Tarzán, Flash Gordon, Comando G…
Nuestros muñecos eran más cutres que los de ahora, pero seguro que eran mil veces más divertidos. Los Clicks de Famobil (no Playmobil), los Airgam Boys, los Coman Boys, los Madelman, los Geyperman, el Big Jim de Congost, los Montamán y tantos otros.
Por cierto, los Sea Monkeys no son tan cutres. Lo que pasa es que no soportan el verano en España, porque se mueren si se pasa de 20º.
Hay otros dos libros que recuerdan con gran acierto a la infancia vivida en los años setenta. Uno es el cómic “Los días más largos” de Fermín Solis. Me recuerda las cosas cómo eran entonces y me emociona leerlo. No dejéis de adquirir un ejemplar, porque es verdaderamente evocador.
La otra joya de la rememoración nostálgica es el libro de Lalo Kubala titulado “El Jueves y los 70”, una colección de cómics de Palmiro Capón , el Alter-Ego de Lalo Kubala. No se centra tanto en las cosas que teníamos, como en las que vivíamos. Desde los primeros pelillos a los megapartidos de fútbol en los que se hacía de todo menos jugar limpio. Es una pena que nadie recuerde jugar a la “olla”, mi juego favorito.
Hay veces que uno se lleva una alegría sin comerlo ni beberlo. Comprando mi ración mensual de cómics y cosas varias, encontré en las estanterías de Akira la siguiente joyita. Oscar Lombana nos regala una colección de fotografías de las cosas más chulas que pudimos disfrutar en nuestra infancia.
El libro se llama Papel y Plástico (nombre difícil par buscarlo en Google, porque sale cualquier cosa menos la que buscamos) y es una maravilla publicada por Astiberri .
Empieza demostrando que en todas las casas cuecen habas. Unos encontraron su colección de cómics en la casa del vecinito del quinto, “porque tú ya eres mayor para esas cosas” o sus juguetes en la basura, “¿para qué querías tú tanta basura, hijo?”. Otras veces hemos sido nosotros los que nos hemos desecho de nuestros impagables tesoros por unas pocas pesetillas (sí, pesetillas) y luego nos hemos desesperado volviendo a buscar en librerías de viejo o tiendas de coleccionistas nuestras posesiones perdidas.
Me emociona ver tantos álbumes de cromos. Yo era el rey de los cromos de mi generación. Bueno estoy exagerando, pero creo que soy un magnífico coleccionista. Lo que pasa es que ahora no se puede coleccionar nada. Sólo son decentes los cromos de fútbol y los de Pokémon y a mí no me gustan ninguna de las dos cosas. En fin, ¿qué se le va a hacer?
El libro está plagado con la lista de las cosas que más le gustaban a Óscar Lombana de su infancia y adolescencia y hay muchas que rescatar: lo que hacíamos con los bolis Vic, la compra de cómics en los Kioscos (ni punto de comparación con lo poquito que tienen para niños ahora, si descontamos cosas como Dibus!), los grupos de música para niños, con Parchís a la cabeza, los Kalkitos (¡¡¡Lo mejor del mundo!!!), los pastelitos (Gitanitos de Ortiz, la pantera rosa, Bony, Tigretón, Bucaneros, Tarzán), los Dráculas y los Frigurones, el Cinexín, El Exin Castillos, los juegos de agua Geyper (y los de bolsillo, ¿cómo no?), las revistas de cómic (Pif, Spirou, Tintín, el libro gordo de Petete, Pumby, Mortadelos, Pulgarcitos, DDTs y todo Bruguera, Don Miki, ), las series de dibujos después del telediario del sábado y del domingo a mediodía, las carreras de chapas, la peonza y el yoyo, el Autocross, los fascículos coleccionables (es decir, sólo el fascículo, sin figuritas de porcelana, DVDs, pipas de colección, piezas de maquetas ni demás zarandajas), el chicle Cosmos (era de regaliz, por lo que era negro), los Virkikis, los libros de Ediciones Plesa y SM, Sabadabadá, el Blandi Blub, las ediciones mejicanas de DC gracias a EN, los baratos FeberJuegos, los libros de “Elige tu Propia Aventura” de Timun Mas, nuestros primeros ordenadores MSX (el mío), ZX Spectrum, Atari, Comodore, Amstrad, las maquinitas de Nintendo con dos pantallas, los Petazetas, los muñequitos de importación japoneses como los Micronautas, las series de Hannah Barbera, Warner Bros, la Pantera Rosa y Terrytoons, el Burmar Flax, la Ruperta, los primeros muñequitos de Star Wars, los cómics de Vértice, Galáctica, la Magia Borrás y los Juegos Reunidos Geyper, la Quimicefa, el día de Reyes, las novelitas de ciencia ficción y de terror, el pulpo que se pegaba en los cristales para luego ir bajando, los programas de música como Aplauso, Tocata o Rocopop, Topo Gigio, Mazinger Z, Tarzán, Flash Gordon, Comando G…
Nuestros muñecos eran más cutres que los de ahora, pero seguro que eran mil veces más divertidos. Los Clicks de Famobil (no Playmobil), los Airgam Boys, los Coman Boys, los Madelman, los Geyperman, el Big Jim de Congost, los Montamán y tantos otros.
Por cierto, los Sea Monkeys no son tan cutres. Lo que pasa es que no soportan el verano en España, porque se mueren si se pasa de 20º.
Hay otros dos libros que recuerdan con gran acierto a la infancia vivida en los años setenta. Uno es el cómic “Los días más largos” de Fermín Solis. Me recuerda las cosas cómo eran entonces y me emociona leerlo. No dejéis de adquirir un ejemplar, porque es verdaderamente evocador.
La otra joya de la rememoración nostálgica es el libro de Lalo Kubala titulado “El Jueves y los 70”, una colección de cómics de Palmiro Capón , el Alter-Ego de Lalo Kubala. No se centra tanto en las cosas que teníamos, como en las que vivíamos. Desde los primeros pelillos a los megapartidos de fútbol en los que se hacía de todo menos jugar limpio. Es una pena que nadie recuerde jugar a la “olla”, mi juego favorito.
4 comments:
Yo, en el colmo de mi ignorancia, creía que Hannah Barbera era una tía que hacía los dibujos... Por eso no confesaré mi nombre en este blog tan cúltísimo.
Pues anda, como todos. Antes no había internet ni libros especializados ni nada. Ponías la tele y lo que echasen.
Y los Terrytoons debían se de Terry, ¿no?
Saludos.
A pesar de que posiblemente no nos parezcamos en nada, el sentimiento de nostalgia se manifiesta de forma muy parecida en todos los que leemos este libro. Creo que el autor, Oscar Lombana ha sabido expresarnos con él justo lo que buscaba...
Este libro tiene como lectores potenciales todos aquellos que vivimos parte de los setenta y ochenta. A algunos nos pesó más la infancia que a otros y por eso tenemos esa nostalgia a la que haces mención. Lo que está claro es que Óscar consiguió un éxito rotundo con su libro en todos los que lo leímos.
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