Ser Mozart o Etre Dieu
En mi nuevo destino hay un profesor muy curioso. Clasifica a sus alumnos por sus dotes para el estudio. Pero no sólo eso. Hace algo que yo no entiendo. A los listos les sienta delante, a los vaguetes al fondo y al grupo más nutrido, a los que sí pero no, a los que trabajan pero les cuesta, a esos les sienta en el medio. No es que me parezca bien, pero es su clase. ¡Él sabrá!
Lo que me maravilla es que se centre en ellos y les alaba por nimiedades, pienso yo que el pobre padece de alguna variedad del “síndrome de Salieri”.
En fin, dejemos a este buen hombre con sus rarezas.
Vamos a lo mío, ¿te he contado que no ha sido más que llegar al centro y besar al santo? Bueno, a la santa, porque Doña Angelita está divina.
Un día nos besamos en el pasillo y unos chicos nos pillaron ¡Qué apuro pasamos!
Desde aquel día, los niños me sonríen más que de costumbre. No sé muy bien por qué.
P.D. Por cierto, salgo muy favorecido en la foto de la orla.
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