Yoko Tsuno, tomo trece. Los arcángeles de Vinéa (Les archanges de Vinéa, 1982). Vinéa seis.
Tras unos cuantos años sin Vinéa, Leloup retorna a este planeta tan popular entre sus lectores con una aventura fantástica, en la que podremos ver a Yoko en un ambiente que sólo había rozado que son las aventuras submarinas. Aquí hay una parte muy larga con viajes submarinos. Realmente Leloup se adelantó a Abyss y a Star Wars Episode I con estas escenas tan espectaculares.
Recuerda a su vez mucho al Atalantis de Namor, el personaje de Marvel. Y es que los seguidores de la reina Hégora, la mala de la historia, tienen una tirria tremenda a los que habitan en las superficie. Porque estos vineanos no son anfibios y tienen que aguantar muchísimas incomodidades.
Cuando Khâny y Yoko se adentran en una cueva donde hay una niña hibernada, una de las supervivientes del cataclismo que hundió la ciudad vineana en las profundidades del océano. Tras una serie de aventuras menores, llegan a una plataforma donde son secuestradas por los vineanos subacuáticos (un poco cenicientos, la verdad).
Los arcángeles del título son robots que no pueden evitar la despótica presión que Hégora ejerce contra sus súbditos. Pero no pueden hacer nada, hasta que Yoko pone al régimen patas arriba. El enfrentamiento entre Yoko y Hégora repite el duelo femenino de la Luz de Ixo. Demasiadas coincidencias.
Vamos a descubrir que estos vienanos son medio millón de niños que se pusieron a buen recaudo para salvarlos, como los vineanos que fueron a la Tierra. Lo malo es que si uno lee entre líneas, se encuentra con un clásico repetido en las aventuras vineanas. El Robot (ya sea un ordenador gigante, un grupo de cerebros o una versión robotizada de una reina insecto) tiene en este caso una forma humana, un ciborg que pretende parecerse todo lo posible a los súbditos que la sufren para luego hacer suya una causa de una especie a la que no pertenece.
Lo que mejora el argumento es en mi opinión la presencia de arcángeles, de robots puramente mecánicos que demuestran tener más claro dónde deberían tener el corazón que los vineanos emponzoñados por su reina.
Yoko Tsuno, tomo catorce. El fuego de Wotan (Le feu de Wotan, 1984). Alemania tres.
Una nueva aventura con Ingrid. Esta vez Yoko visita a su amiga porque esta ha encontrado un cachivache que suelta electricidad como si fuese un rayo láser. Parece que un científico de antes de la Segunda Guerra Mundial dio con una fórmula para almacenar y luego proyectar la electricidad.
El rayo de la muerte es objeto de un grupo de chantajistas (aún no estaban de moda los terroristas, por lo que Leloup busca en unos ladrones organizados a sus malos). Yoko se enfrenta a ellos en varias ocasiones, incluso en momentos apurados, y siempre sale del conflicto sin problemas. Franz, el primero de los matones muere cuando el dispositivo cargado con un rayo suelta accidentalmente la carga que lleva.
Al final da con un ayudante del científico, un profesor entrado en años que aún sigue en activo, buscando una aplicación a este invento. No es el original, pero se le asemeja.
El primer intento nos lleva a un tubo que pretende atraer los rayos de forma artificial (me fascina esa posibilidad de emplear cohetes con una carga de un material que haga llover, aunque tengo entendido que es bastante nocivo). No puedo evitar en Frankenstein y su uso intensivo de las tormentas eléctricas como generadores destinados a dotar de vida a la materia ya interte. Y la manera de Leloup de dibujar la electricidad sobrante que ya vimos en el primer álbum me parece magnífica. Se siente.
La cosa se complica cuando los criminales consiguen hacerse con un prototipo que instalan en un faro y amenazan con destrozar el sistema eléctrico de un gigantesco petrolero, con la intención de embarrancarlo y así soltar toda su carga, provocando una tragedia ecológica en las costas de la Bretaña.
Leloup aprovecha para mostrarnos a nuestra heroína favorita montando las olas en una tabla de Wind-surf (¿os acordáis de esos injertos de velero y tabla de surf tan populares en los ochenta?). Yoko resolverá la situación, ya lo sabemos, pero lo interesante es ver cómo trata con la organización Hertzel desde un punto de vista distinto. Leloup aprovecha para adelantar a su personaje. De una experta en electrónica (no hay duda con ver la portada) a una innovadora informática capaz de entender estos trastos que tanto nos fascinan.
Para más información, os invito a visitar la página de Kaximpo y la página oficial.
Tras unos cuantos años sin Vinéa, Leloup retorna a este planeta tan popular entre sus lectores con una aventura fantástica, en la que podremos ver a Yoko en un ambiente que sólo había rozado que son las aventuras submarinas. Aquí hay una parte muy larga con viajes submarinos. Realmente Leloup se adelantó a Abyss y a Star Wars Episode I con estas escenas tan espectaculares.
Recuerda a su vez mucho al Atalantis de Namor, el personaje de Marvel. Y es que los seguidores de la reina Hégora, la mala de la historia, tienen una tirria tremenda a los que habitan en las superficie. Porque estos vineanos no son anfibios y tienen que aguantar muchísimas incomodidades.
Cuando Khâny y Yoko se adentran en una cueva donde hay una niña hibernada, una de las supervivientes del cataclismo que hundió la ciudad vineana en las profundidades del océano. Tras una serie de aventuras menores, llegan a una plataforma donde son secuestradas por los vineanos subacuáticos (un poco cenicientos, la verdad).
Los arcángeles del título son robots que no pueden evitar la despótica presión que Hégora ejerce contra sus súbditos. Pero no pueden hacer nada, hasta que Yoko pone al régimen patas arriba. El enfrentamiento entre Yoko y Hégora repite el duelo femenino de la Luz de Ixo. Demasiadas coincidencias.
Vamos a descubrir que estos vienanos son medio millón de niños que se pusieron a buen recaudo para salvarlos, como los vineanos que fueron a la Tierra. Lo malo es que si uno lee entre líneas, se encuentra con un clásico repetido en las aventuras vineanas. El Robot (ya sea un ordenador gigante, un grupo de cerebros o una versión robotizada de una reina insecto) tiene en este caso una forma humana, un ciborg que pretende parecerse todo lo posible a los súbditos que la sufren para luego hacer suya una causa de una especie a la que no pertenece.
Lo que mejora el argumento es en mi opinión la presencia de arcángeles, de robots puramente mecánicos que demuestran tener más claro dónde deberían tener el corazón que los vineanos emponzoñados por su reina.
Yoko Tsuno, tomo catorce. El fuego de Wotan (Le feu de Wotan, 1984). Alemania tres.
Una nueva aventura con Ingrid. Esta vez Yoko visita a su amiga porque esta ha encontrado un cachivache que suelta electricidad como si fuese un rayo láser. Parece que un científico de antes de la Segunda Guerra Mundial dio con una fórmula para almacenar y luego proyectar la electricidad.
El rayo de la muerte es objeto de un grupo de chantajistas (aún no estaban de moda los terroristas, por lo que Leloup busca en unos ladrones organizados a sus malos). Yoko se enfrenta a ellos en varias ocasiones, incluso en momentos apurados, y siempre sale del conflicto sin problemas. Franz, el primero de los matones muere cuando el dispositivo cargado con un rayo suelta accidentalmente la carga que lleva.
Al final da con un ayudante del científico, un profesor entrado en años que aún sigue en activo, buscando una aplicación a este invento. No es el original, pero se le asemeja.
El primer intento nos lleva a un tubo que pretende atraer los rayos de forma artificial (me fascina esa posibilidad de emplear cohetes con una carga de un material que haga llover, aunque tengo entendido que es bastante nocivo). No puedo evitar en Frankenstein y su uso intensivo de las tormentas eléctricas como generadores destinados a dotar de vida a la materia ya interte. Y la manera de Leloup de dibujar la electricidad sobrante que ya vimos en el primer álbum me parece magnífica. Se siente.
La cosa se complica cuando los criminales consiguen hacerse con un prototipo que instalan en un faro y amenazan con destrozar el sistema eléctrico de un gigantesco petrolero, con la intención de embarrancarlo y así soltar toda su carga, provocando una tragedia ecológica en las costas de la Bretaña.
Leloup aprovecha para mostrarnos a nuestra heroína favorita montando las olas en una tabla de Wind-surf (¿os acordáis de esos injertos de velero y tabla de surf tan populares en los ochenta?). Yoko resolverá la situación, ya lo sabemos, pero lo interesante es ver cómo trata con la organización Hertzel desde un punto de vista distinto. Leloup aprovecha para adelantar a su personaje. De una experta en electrónica (no hay duda con ver la portada) a una innovadora informática capaz de entender estos trastos que tanto nos fascinan.
Para más información, os invito a visitar la página de Kaximpo y la página oficial.
6 comments:
Muy bueno.
Saludos
Gracias, José Luis, mi trabajillo me lleva, jeje.
Pero da igual, me encanta bloguear. Es todo un placer.
Ambas son un poco "raras". De los Arcángeles me quedo con la ambientación subacuática y la fauna marina vineana. Es a "20.000 leguas de viaje submarino" como "La forja de Vulcano" era a "Viaje al centro de la Tierra". Una cosa que se me quedó grabada es una frase sobre lo de los niños criados por los "Arcángeles" robots pero he tenido que mirarlo. Traducción libre:
- Los Arcángeles no son más que criadores de niños. Mira.
- En cadena, como pollos, sin amor. Es inhumano.
Como dices, al final demuestran tener más corazón del que parece.
De "El fuego de Wotan" (Odín se me hace más familiar que Wotan) también recuerdo a Yoko en bikini en el "Wind-surf". Yo pensaba que lo del wind-surf seguía de moda, o aunque no estuviera ya de moda se seguía practicando. No sabía que estaba tan ligado a los años 80. Normalmente las aventuras de Yoko me parecen intemporales. Incluso los coches o la ropa, aunque se ciña a la época en que se dibujó, no me suele llamar la atención y suelo pensar que son más modernas de lo que son en realidad. Sin embargo, esta aventura de Yoko, sí que es muy "ochentera", con el wind-surf, la cinta en el pelo, el walk-man, discos de "cinco un cuarto"...
¡Cambia el título, que se te han quedado los nombres de las aventuras anteriores! :P
Mañana (Sábado) trataré de pasar por Expocómic, a ver qué tal este año.
Un saludo.
¡Jodo que fallo, menudo error!
Ya lo he cambiado. Así que cuando se vea la entrada más adelante la tendrá corréctamente avisada, pero con este comentario reconozco el error: no fui capaz de darme cuenta de que el título estaba tomado de la entrada de la semana anterior. Aún así estában correctamente numerados como trece y catorce.
Pues sí, Kaximpo, ha pasado el tiempo. Ni más ni menos que veinticinco. Pero lo bueno no pasa de moda. No necesita ser atemporal. Este blog lo demuestra con su pasión nostálgica.
Mañana también voy por Expocómic. Igual nos vemos.
Vernos, probablemente. ¡Reconocernos ya no estoy seguro! :D
Hombre, si tú ves a Spirou y yo a Kaximpo, digo yo que destacaremos, jeje.
Post a Comment