El décimo volumen de esta colección sorprende por lo mucho que ha variado la serie con respecto a los anteriores tomos. Hay una cosa que llama mucho la atención y es la desaparición de estas páginas de Eustaquio Morcillón y Babalí, posiblemente mi serie favorita del TBO. Pero no me importa su ausencia si es para dejar más espacio para otras series, especialmente las que no habían aparecido antes.
Una muy destacada es la de Altamiro de la Cueva, posiblemente una de las mejores postreras incorporaciones a un TBO que aún teniendo mucha tirada, agonizaba hasta su desaparición a principios de los ochenta.
Por eso no creo equivocarme si afirmo que esta serie está consiguiendo resurgir de su propio formato con nuevas propuestas para los lectores. Esperemos que no se cierre, porque aún hay mucho que desenterrar.
Una vez más, querría más, Señor Guiral.
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