El bambú de los pandas

En un valle verde y frondoso de la Antigua China, donde los ríos murmuraban melodías tranquilas y los bambúes se erguían como gigantes orgullosos, vivía un panda llamado Bao. Bao era muy trabajador, conocido por su constancia y su dedicación. Día tras día, trepaba por las montañas para construir diques, viviendas y puentes.

Un día, después de una larga jornada, Bao se dirigió a la tienda en la que vendían bambú fresco. La regentaba otro panda llamdo Lao, que era considerado como el panda más sabio del valle. Con el dinero que había ganado, esperaba comprar un buen montón de trozos de bambú dulce para disfrutarlos en su casa. La tienda de Lao era un lugar acogedor, con un aroma fresco que invitaba a la calma.

"Buenas tardes, Lao," saludó Bao. "¿Cuánto cuesta una rama de bambú dulce?"

"Lo mismo que una rama de bambú insípido, Bao. Un yuan," respondió Lao con una sonrisa amable. "Dos ramas, dos yuanes. Tres ramas, cuatro yuanes."

Bao frunció el ceño. "¿Por qué tres ramas cuestan cuatro yuanes? ¿Por qué no me haces una oferta y me vendes tres ramas al precio de dos? Y, ¿por qué no me permites comprar sólo ramas de bambú dulce, si son las que me gustan?"

Lao señaló la larga cola de pandas que aguardaba su turno fuera de la tienda. "Si te doy tres por dos, ¿qué le doy al último de la fila? No me quedará género y no tendré bambú que darle. Además, si solo compras las ramas dulces, los demás sólo se alimentarán, pero no disfrutarán de la comida."

Bao reflexionó por un momento. Lao tenía razón. No podía ser injusto con los demás. Con una sonrisa, sacó dos yuanes y eligió una rama dulce y otra menos sabrosa.

"Gracias, Lao," dijo Bao. "Eres muy sabio."

Lao asintió. "La equidad es importante, Bao. Todos debemos tener la oportunidad de disfrutar de las cosas buenas de la vida, pero también debemos pensar en los demás."

Bao salió de la tienda con sus dos ramas de bambú y se dirigió a un claro soleado. Se sentó bajo un árbol y comenzó a masticar su dulce recompensa. Mientras comía, pensaba en las palabras de Lao. Había aprendido una valiosa lección sobre la importancia de compartir y de ser justo con todos. Pensaba que aún siendo tentador buscar siempre nuestro propio beneficio, es importante recordar que vivimos en una comunidad y que nuestras acciones afectan a los demás. La equidad y la solidaridad son valores fundamentales que nos permiten construir una sociedad más justa y armoniosa.