Pixel, la revista de animación.

Cuando salió la revista Pixel (noviembre de 2000), no había ninguna revista de ámbito nacional sobre la animación. Y cuando nueve meses después echó el cierre, ya no ha vuelto a haber ninguna revista especializada en los kioscos.

Por eso, esta revista es de una importancia capital para la difusión de la animación en este país. Revistas y muy buenas hay en otros países y con internét es posible incluso formarse en esta disciplina artística. Pero entonces, muchos aficionados estábamos deseando ver los extras de los pocos DVDs de animación que habían salido para ver cómo se hacían las cosas en una producción de este tipo.

Así que una revista que incluía un CD-ROM y que de todo lo que trataba era de animación era una novedad sorprendente que merecía la pena investigar. Además, era de Norma Editorial, cosa que daba garantías de que sabían de qué hablaban. Además, el Estudio Fénix estaba detrás de ella.

La animación comercial ocupaba gran parte de la revista, claro, pero la animación experimental también tenía su lugar. Y todo sin pedir nadie permiso a nadie. Noticias a tutiplén, información de libros y revistas publicadas en otros países y de animación que salía al mercado.

Después venían los dosieres de las películas, que profundizaban en las técnicas y en los equipos creativos. A continuación tenía un lugar destacado el software, tan en boga en esa época. Era algo mítico, carísimo y que muchos desarrolladores se hacían ellos mismos. Terminaba con una sección de información y difusión, para concluir con un curso para explicar cómo funcionaba la animación 3D. Ahí es nada.

Si leías la película, estabas informado de todos los eventos relacionados con la animación y que muchas veces eran del todo desconocidos para el neófito. Ver bocetos, presentaciones en flash hechas por autores ya consagrados era muy acertado, pero más aún incluir artículos sobre, por ejemplo, Kyle Cooper, el autor de los títulos de crédito de películas tan importantes como Seven o Misión Imposible, haciendo que el lector se diese cuenta de que eso es animación. Un artículo sobre los efectos visuales (la compañía En Efecto tuvo su lugar en la revista) analiza ese aspecto de la producción publicitaria que es animación en muchísimos ejemplos. O el caso de la compañía de videojuegos Pyro Studios, que también hace muchísima animación (de hecho, es pura animación), también participó en la revista.

Por supuesto, los clásicos estaban representados como es el caso de Check Jones, Ferenç Cakó, Matt Groening o el español Josep Viciana y también la industria nacional. Así uno sabía lo que pasaba en la producción de aquí.

Todo muy bien, podíamos ver muchos ejemplos de lo que se hablaba, pero pasados esos nueve meses, ya nada más. Y se acabó la singladura. Una experiencia que no se repitió.

En fin, escribo esta entrada para demostrar la necesidad que hay en este país de difundir la animación mucho más. Ejemplos tan hermosos como el de Petit Dibuixos Animats no se prodigan demasiado. Y es una pena. Porque los españoles tiene mucho potencial. Pero para demostarlo, tienen que ser profetas, pero no en su tierra.