Algo debe tener el viento de Cádiz.
Lo digo porque es curioso que en esta ciudad de los vientos, un pequeño grupo de amigos y de amigos de la ciencia ficción, que también esas cosas se tercian, montaron un grupo llamado PARSEC. Y pensar que entre esa decena de personas estaban Rafael Marín y Ángel Torres Quesada es algo cuando menos llamativo. Lo es para un aficionado a estos derroteros de la literatura. Algo debe tener ese viento para que escriban tan bien.
Rafael Marín era para mí el guionista del mejor intento de crear superhéroes españoles con el estilo digno que pueden tener para equipararse con sus homólogos anglosajones y norteamericanos. Iberia Inc, que tiene su colofón en este libro (en forma de relato) fue una de las mejores series de la línea Laberinto, un buen intento de crear una producción española al gusto de los españoles que sólo leen cómic americano (principalmente de superhéroes). De la mano de Carlos Pacheco, Marín escribió guiones para los Cuatro Fantásticos y los Inhumanos.
Pero la faceta que nos ocupa en esta reseña es la literaria. La que más obras presenta y que deja a los cómics como un camino secundario en su carrera (pero las joyitas que salieron, ahí quedan, para demostrar su buen hacer). El libro que aquí comento es una de las antologías de relatos que tiene publicadas, pero posiblemente es la mejor para ver su evolución como escritor.
Creo que la selección nos muestra los relatos en orden cronológico, depurados y con la idea de darnos una visión de conjunto de su obra. Aunque lo más informativo (y algunas veces definitivo) es la inclusión de un prólogo breve para cada relato escritos por el propio Marín.
Comentar relato por relato, cosa que suelo hacer es algo que pienso que ya se ha hecho bastante bien en otras páginas, como la de Ignacio Illarregui y la de Francisco José Suñer. Me quedo con dos relatos, que comento luego y recomiendo la lectura de unos cuantos relatos.
Ragnarok, para terminar las aventuras de Iberia Inc.
La luna pálida, un relato muy corto, experimental, y bastante curioso. Me gustó.
Baraka con un Franco alternativo muy interesante.Marín escribió una novela basada en la vida de un Franco muy distinto al histórico.
Este es mi cuerpo, que es el mejor, un manifiesto humanitario un tanto misántropo, la verdad.
La canica en la palmera, ejemplo de una producción más reciente, con unos personajes muy bien desarrollados y que se aleja un tanto de la ciencia ficción. Lo natural en los autores que dominan su estilo y no quieren perder la oportunidad de disfrutar de otros géneros.
Dejé para el final dos relatos que para mi han quedado entrelazados. El primero es Habrá un día en que todos. En él, un científico salvapatrias decide que su descubrimiento, una especie de hipnosis que obliga a todos a hablar un mismo idioma (uno nuevo), olvidando todos los demás e impidiendo que nadie pueda leer nada en los idiomas antiguos. Las posibles consecuencias están muy bien explotadas. Se supone que es un relato de primerizo, pero le salió magnífico. En fin, todo está claro. Me pongo del lado del protagonista, que trata de convencer a ese científico totalitario y que al final triunfa.
Pero el problema lo tengo con el relato Autor, Autor. El relato es una delicia. No digo bueno, excepcional. Desde el primer renglón, un deleite con multitud de reflexiones sobre la producción e Internet. No tengo aquí mucho espacio para comentar todas las ideas volcadas por Marín en el relato, pero son jugosísimas.
Lo malo es el final. De repente, el protagonista que (lo siento, no puedo verlo de otra manera) es algo así como un sosias del propio Marín, crea un virus informático tan letal que es imposible evitar que destruya Internet. Un gesto tan totalitario como el del científico que impone el idioma único. En fin. Un relato maravilloso con un final que me molesta una barbaridad y que lo hace inolvidable. Sólo por él, el libro merece un imperio.
Aún así, no sé si el libro es posible de encontrar en la actualidad, pero no lo dudéis si lo encontréis. Cogedlo y leedlo, que es una de las mejores antologías de ciencia ficción española.
Una última cosa, no he sido capaz de entender lo del Centauro de Piedra. Mira que me leí el libro con idea de saberlo, pero nada. No lo pillé. Corto que debe ser uno.
Lo digo porque es curioso que en esta ciudad de los vientos, un pequeño grupo de amigos y de amigos de la ciencia ficción, que también esas cosas se tercian, montaron un grupo llamado PARSEC. Y pensar que entre esa decena de personas estaban Rafael Marín y Ángel Torres Quesada es algo cuando menos llamativo. Lo es para un aficionado a estos derroteros de la literatura. Algo debe tener ese viento para que escriban tan bien.
Rafael Marín era para mí el guionista del mejor intento de crear superhéroes españoles con el estilo digno que pueden tener para equipararse con sus homólogos anglosajones y norteamericanos. Iberia Inc, que tiene su colofón en este libro (en forma de relato) fue una de las mejores series de la línea Laberinto, un buen intento de crear una producción española al gusto de los españoles que sólo leen cómic americano (principalmente de superhéroes). De la mano de Carlos Pacheco, Marín escribió guiones para los Cuatro Fantásticos y los Inhumanos.
Pero la faceta que nos ocupa en esta reseña es la literaria. La que más obras presenta y que deja a los cómics como un camino secundario en su carrera (pero las joyitas que salieron, ahí quedan, para demostrar su buen hacer). El libro que aquí comento es una de las antologías de relatos que tiene publicadas, pero posiblemente es la mejor para ver su evolución como escritor.
Creo que la selección nos muestra los relatos en orden cronológico, depurados y con la idea de darnos una visión de conjunto de su obra. Aunque lo más informativo (y algunas veces definitivo) es la inclusión de un prólogo breve para cada relato escritos por el propio Marín.
Comentar relato por relato, cosa que suelo hacer es algo que pienso que ya se ha hecho bastante bien en otras páginas, como la de Ignacio Illarregui y la de Francisco José Suñer. Me quedo con dos relatos, que comento luego y recomiendo la lectura de unos cuantos relatos.
Ragnarok, para terminar las aventuras de Iberia Inc.
La luna pálida, un relato muy corto, experimental, y bastante curioso. Me gustó.
Baraka con un Franco alternativo muy interesante.Marín escribió una novela basada en la vida de un Franco muy distinto al histórico.
Este es mi cuerpo, que es el mejor, un manifiesto humanitario un tanto misántropo, la verdad.
La canica en la palmera, ejemplo de una producción más reciente, con unos personajes muy bien desarrollados y que se aleja un tanto de la ciencia ficción. Lo natural en los autores que dominan su estilo y no quieren perder la oportunidad de disfrutar de otros géneros.
Dejé para el final dos relatos que para mi han quedado entrelazados. El primero es Habrá un día en que todos. En él, un científico salvapatrias decide que su descubrimiento, una especie de hipnosis que obliga a todos a hablar un mismo idioma (uno nuevo), olvidando todos los demás e impidiendo que nadie pueda leer nada en los idiomas antiguos. Las posibles consecuencias están muy bien explotadas. Se supone que es un relato de primerizo, pero le salió magnífico. En fin, todo está claro. Me pongo del lado del protagonista, que trata de convencer a ese científico totalitario y que al final triunfa.
Pero el problema lo tengo con el relato Autor, Autor. El relato es una delicia. No digo bueno, excepcional. Desde el primer renglón, un deleite con multitud de reflexiones sobre la producción e Internet. No tengo aquí mucho espacio para comentar todas las ideas volcadas por Marín en el relato, pero son jugosísimas.
Lo malo es el final. De repente, el protagonista que (lo siento, no puedo verlo de otra manera) es algo así como un sosias del propio Marín, crea un virus informático tan letal que es imposible evitar que destruya Internet. Un gesto tan totalitario como el del científico que impone el idioma único. En fin. Un relato maravilloso con un final que me molesta una barbaridad y que lo hace inolvidable. Sólo por él, el libro merece un imperio.
Aún así, no sé si el libro es posible de encontrar en la actualidad, pero no lo dudéis si lo encontréis. Cogedlo y leedlo, que es una de las mejores antologías de ciencia ficción española.
Una última cosa, no he sido capaz de entender lo del Centauro de Piedra. Mira que me leí el libro con idea de saberlo, pero nada. No lo pillé. Corto que debe ser uno.
Termino con una serie de enlaces.
Crisei, la bitácora de Rafael Marín.
Su propia entrada en la Wikipedia.
Entrevista en el Archivo de Nessus.
Biografía en Gigamesh.
Reseña en Tierras de Acero.
Reseña en el Sitio de Ciencia Ficción.
Reseña de Nacho Illarregui.
Una Wiki, Alt-64, tiene una página para el libro con enlaces para varios relatos.
Ya dije que era fan de Torres Quesada. Pues que por mi no quede; también lo soy de Rafa Marín.
5 comments:
Una gran entrada con la que ha conocido a ese grupo de gaditanos.
Saludos
Rafael Marin esta involucrado tambien en una serie de Comics que esta editando Diputacion con motivo del Bicentenario, que se llama 12 del 12 y salen cada tres meses, son episodios de la historia de la ciudad. Ya tengo los numeros 1 y 2, me estoy haciendo la coleccion.
Te animo, José Luis, a que leas algo que puedas encontrar de Rafael Marín y de Ángel Torres Quesada. No te defraudarán.
Candela, es que Cádiz es mucho Cádiz. Aquí en Madrid no se hace nada por el cómic sin la iniciativa de los grupos de aficionados. Envidia me dáis.
Muchas gracias por la reseña. A mí tampoco me gusta el final de Autor, Autor...
RM
Muchísimas gracias a ti, Rafael. Ya sé que el final de ese relato tiene mucha tela que cortar. Por eso está bien que se mantenga así y nos haga reflexionar.
Me parece que se merece él solo una entrada de blog para analizar todos los temas que tratas y las posibles consecuencias.
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