Otra compra reciente. Unos phoskitos con regalo de los Simpson. Esta vez unas pulseritas a las que podemos añadir una especie de pines de los personajes de la serie.
En esta ilustración se pueden ver los doce pines de los que consta la colección.
Y esto es lo que me salió. Es la efigie de Milhouse, el amiguillo de Bart. Hay dos opciones en esta promoción. Que te salgan dos pines o un pin con una pulserita. No tuve mucha suerte.
Veo que siguen fieles a su jingle "¡Phos-ki-tos! ¡Regalos y pastelitos!". En algunas campañas regalaban cromos y otras cosillas de monstruos muy buenas, del nivel de los cromos monstruosos de "Historia ficción".
Juan, no pasa nada por un pastelito. ¡Lo malo es si te comes un palé! Evil, es cierto que regalaban cosas chulas, pero había que comprar muchos para que te dieran, como recuerdo, una silueta de 007 en Moonraker. Los otros pastelitos tenían satisfacción asegurada en cada uno (aunque alguno, pocos, vino sin cromo). Dr. Krapp, no me envidies. No te creas que tengo tanta gaita (de cómics y CDs te aseguro que tengo más de los que debo), pero de chuches y regalitos tengo poca cosa. Piensa que sólo cojo cositas para enseñarlas en el Blog. No hay más que esto que ves. Y te repito, no me envidies. Hace unos meses se murió un vecino que tenía la casa llena de libros maravillosos, de cuadros comprados en galerías y de cosas tan curiosas como libros que él mismo hacía en manuscrito con un letra preciosa (el Quijote, por ejemplo, con sus más de mil páginas encuadernadas y de su puño y letra como si fuese un copista amaniense). Pues bien, como no tenía herederos, todo terminó en un contenedor a la puerta de casa. Poco pudimos hacer, porque se lo llevaron directamente y no se pudo rescatar nada. Yo no lo ví, que me hubiera dado un patatús, pero otros vecinos sí. Y es terrible. Tengo un amigo que ha salido de un cáncer muy malo, pero ha aprendido que no quiere nada que no sea perecedero, que luego al final son todo trastos. Y un marrón para nuestros hijos, que tienen que acumular también lo que a nosotros nos gustó. Es una pena, pero la vida es así. Y Candela, totalmente de acuerdo. Donde esté un Bony o una Pantera Rosa, que se quiten otros. Aunque los Phoskitos aún sobreviven y para mí es como comérmelos otra vez como si fuese un niño. Ahí radica la gracia.
Nosotros disfrutábamos más también del cromo, pero todos los pastelitos estaban buenos. Ahora reconozco que si no me gusta mucho el cromo, cojo el de otra marca.
Muchas veces pienso que será de mis libros en un par de generaciones.Es cierto lo que dices de los trastos. Como tu compatriota Cervantes dijo: Desnudo vine desnudo me voy!
Yo soy de la escuela de Fermín. Me compro alguno de vez en cuando…estos como los de Bimbo. Aunque ya no son lo mismo. Y lo que comentas Valentín de tener en casa, prefiero no pensar… porque si pienso igual termino pensando que tengo el síndrome Diógenes prematuro...je, je, je.
Pues sí, Guely, así son las cosas. Y también nos pasará como especie, ¿o es que creemos que seguiremos aquí eternamente? Akela, que razón tienes. Somos adictos a coleccionar y al final, aunque ordenadamente, montamos un sarao en casa que no es de basura, pero ocupa todo.
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10 comments:
Y yo a dieta
Veo que siguen fieles a su jingle "¡Phos-ki-tos! ¡Regalos y pastelitos!".
En algunas campañas regalaban cromos y otras cosillas de monstruos muy buenas, del nivel de los cromos monstruosos de "Historia ficción".
No quiero pensar Valentín como tendrás tu vivienda con tantos chuches, colecciones y demás parafernalia sentimental.
Te envidio ;-)
nunca fui fan fiel de los phoskitos, la verdad. Eran los que menos me gustaban. Tampoco me volvia loca el bollicao...
Juan, no pasa nada por un pastelito. ¡Lo malo es si te comes un palé!
Evil, es cierto que regalaban cosas chulas, pero había que comprar muchos para que te dieran, como recuerdo, una silueta de 007 en Moonraker. Los otros pastelitos tenían satisfacción asegurada en cada uno (aunque alguno, pocos, vino sin cromo).
Dr. Krapp, no me envidies. No te creas que tengo tanta gaita (de cómics y CDs te aseguro que tengo más de los que debo), pero de chuches y regalitos tengo poca cosa. Piensa que sólo cojo cositas para enseñarlas en el Blog. No hay más que esto que ves. Y te repito, no me envidies. Hace unos meses se murió un vecino que tenía la casa llena de libros maravillosos, de cuadros comprados en galerías y de cosas tan curiosas como libros que él mismo hacía en manuscrito con un letra preciosa (el Quijote, por ejemplo, con sus más de mil páginas encuadernadas y de su puño y letra como si fuese un copista amaniense). Pues bien, como no tenía herederos, todo terminó en un contenedor a la puerta de casa. Poco pudimos hacer, porque se lo llevaron directamente y no se pudo rescatar nada. Yo no lo ví, que me hubiera dado un patatús, pero otros vecinos sí. Y es terrible.
Tengo un amigo que ha salido de un cáncer muy malo, pero ha aprendido que no quiere nada que no sea perecedero, que luego al final son todo trastos. Y un marrón para nuestros hijos, que tienen que acumular también lo que a nosotros nos gustó. Es una pena, pero la vida es así.
Y Candela, totalmente de acuerdo. Donde esté un Bony o una Pantera Rosa, que se quiten otros. Aunque los Phoskitos aún sobreviven y para mí es como comérmelos otra vez como si fuese un niño. Ahí radica la gracia.
Yo sí que era un fiel devorador de estos pastelitos. Incluso hoy cae alguno que otro.
Y muchas veces la excusa que se tiene para comprarlos son este tipo de promociones...
Mis hijos disfrutan más con el "obsequio" que con el dulce.
Nosotros disfrutábamos más también del cromo, pero todos los pastelitos estaban buenos.
Ahora reconozco que si no me gusta mucho el cromo, cojo el de otra marca.
Muchas veces pienso que será de mis libros en un par de generaciones.Es cierto lo que dices de los trastos. Como tu compatriota Cervantes dijo: Desnudo vine desnudo me voy!
Yo soy de la escuela de Fermín. Me compro alguno de vez en cuando…estos como los de Bimbo. Aunque ya no son lo mismo. Y lo que comentas Valentín de tener en casa, prefiero no pensar… porque si pienso igual termino pensando que tengo el síndrome Diógenes prematuro...je, je, je.
Pues sí, Guely, así son las cosas. Y también nos pasará como especie, ¿o es que creemos que seguiremos aquí eternamente?
Akela, que razón tienes. Somos adictos a coleccionar y al final, aunque ordenadamente, montamos un sarao en casa que no es de basura, pero ocupa todo.
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